jueves, 18 de abril de 2013

El chico de sueter negro



Se repite la escena. 
El tiempo se paraliza, silencio, ahí va el chico de sueter negro. Apurado, como siempre, tan lejos de mi, confundiéndose entre la multitud, como siempre. Apenas alcanzo a ver su rostro, no se quien será ni de donde viene ni a donde va tan apurado, solo sé que va tarde, tan tarde y tan sumergido en sus pensamientos que no se da cuenta de que a su paso el aire se enrareció y al otro lado del pasillo hay alguien viéndolo fijamente, deseando cruzar miradas...

 - Voltea, voltea, voltea.


¿Lo habré dicho en voz alta o solo lo pensé?, de cualquier forma nadie me presta atención, estoy sola con él en este par de segundos que parece durar mucho más tiempo pero no tanto como quisiera. 

Ahí estoy yo, con el corazón inquieto, queriendo perseguirlo como Alicia al conejo, queriendo descubrir cual es su historia, preguntándome la razón de esta atracción, ahí estoy, paralizada. Si tan solo mi cuerpo fuera tan rápido y perspicaz como mis pensamientos... Mientras exista cuerpo no puede existir libertad verdadera.

Trato de respirar su presencia, de absorber cada segundo para tener un motor para continuar el día. El tiempo vuelve a su ritmo habitual, regresa el algarabío de un pasillo lleno de estudiantes, fatiga, sueños, rabias. ¿Nadie noto su presencia?, ¿nadie notó el cambio en mi respiración y en mi mirada?, creo que no, estoy a salvo.


El climax ha pasado, ya todo vuelve a ser normal, excepto que nada es normal, desde ahora contaré cada minuto que pase hasta que vuelva a ver al chico de sueter negro.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario