Y vas a
la panadería y preguntas lo insólito: “¿hay pan?”
Y la
respuesta es aún más insólita: una mirada de rareza, una sonrisa burlona.
Te vas
por el queso pero resulta que hay huevo,
Cambias
la lista de nuevo.
Tras un
par de horas,
Alguien
pasa por la cola y grita: “¡Se acabó el huevo!”
“¡Chinazo!”
responde otro,
A casi
nadie le causa gracia.
Ya no
es gracioso llegar a casa con las manos vacías.
“¿Hay
café?” preguntas en las cafeterías.
“¿Hay medicinas?”
preguntas en las farmacias
No hay
ascensor, se fue la electricidad de nuevo, subes las escaleras.
“No
encuentro la vela” te reciben.
La vela
se quedó en 1792.
La
basura ya no es solo basura, es comida.
La comida
es dolor, sufrimiento.
La cama es el lecho donde desde temprano se acuesta a los niños para olvidar el hambre y el llanto.
Las caras lánguidas y palidecidas, son rutina.
Pero las lágrimas...
Las lágrimas serán de alivio muy pronto, cuando todo quede atrás, cuando se vea la luz al final del túnel,
porque la esperanza es lo que es y es lo único que nunca falla.
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