Recordar en imágenes. Ese es el objetivo del reto del día 15 pero además, proponer que se escriba sobre uno de diez perros que han formado parte de nuestras vidas es, en cierto modo, rendirle un homenaje no solo a la memoria sino a esos amigos, miembros de la familia, que no tienen voz. Ellos que siempre están y son una parte tan importante de nosotros.
De mi lista de diez, quien más se me viene a la memoria es precisamente la que no fue mía. Recuerdo cuando llegó a casa de mis vecinos, era una bolita de pelos hermosa. La llamaron Coqueta y desde que llegó formó parte de nuestros juegos.
Recuerdo ese día, después de un año de su llegada. Yo tenía al rededor de nueve años, ese día mi mamá me fue a buscar al colegio. Llegando a casa me dijo "te tengo un sorpresa,vamos a comprarle un pote de helado a Coqueta porque ya está teniendo sus perritos"
Mi mamá compro helado de fresa. Llegamos a casa, yo estaba emocionada por ir a ver los perritos. Me cambie de ropa y fuimos. Cruzo la puerta, mis amigos no estaban, tal vez no habían llegado el colegio. "Todavía está en ese" dice la abuela de mis amigos. La sala esta desordenada como de costumbre. Hay papeles en la mesa del comedor. Coqueta está en el balcón junto con la mamá de mis amigos, que la ayuda. Me da un poco de miedo acercarme, camino lento sin separarme de mi mamá. "Ya va por 6 perritos, no sabemos cuanto más falta"
En el balcón entra la luz del sol, es un día fresco. Coqueta esta echada en una manta, está totalmente mojada y temblando. La mamá de mis amigos la acaricia, la abuela se acerca con el tarro de helado y una cucharilla grande y le da a Coqueta quien apenas tiene fuerza para girar un poco la cabeza y lamer despacio pero con ansiedad.
"En la madrugada se fue al cuarto, empujo la puerta y se metió debajo de la cama. Tuvimos que sacarla para que no tuviera los perritos ahí. Llamamos a la veterinaria pero justamente hoy no puede venir. A las 7 de la mañana empezaron a nacer pero no sabíamos que serían tantos. Una perra tan chiquita no debería tener tantos perritos"
Sentí miedo pero no sabía por qué. En el otro extremo del balcón había un espacio que había sido adaptado para Coqueta y sus cachorros. Había una cojín verde claro bastante grande, juguetes, y algunos periódicos. Todo estaba detrás de una tabla grande de madera con una puertita movible sobre la cual estaba escrito en letras rojas "COQUETA"
"Lógicamente al principio no dejaba que se acercara nadie pero ya después de varias horas y el cuarto perrito estaba agotada y Alexandra se acerco a ayudarla"
Ellas hablaban de pie detrás de mí. Alexandra, la mamá de mis amigos, seguía arrodillada al lado de Coqueta acariciándola y dándole helado. No había ido a trabajar ese día, no hablaba, solo estaba ahí, conectada con ella, a su disposición, a su servicio como buena matrona. Yo en el medio de eso viéndola fijo.
"El sexto perrito casi se muere, la pobre Coqueta ya no tenía fuerzas para pujar, Alexandra tuvo de meterle la mano y sacarlo y romper el saco, se lo puso a ella para que lo lamiera pero apenas si podía. El perrito no respiraba, tuvo que meterle el meñique, sacarle liquido y reanimarlo con los dedos hasta que respiró. Entonces se lo puso a un lado a Coqueta y con mucho esfuerzo se inclino para lamerlo y acariciarlo con su cabeza. ¡Que perra tan valiente! ¡Que orgullo! pero ojala ya termine pronto, pobre"
Sonó algo como un chillido suave, levanté la vista. No me había dado cuenta que los 6 perritos estaban en el cojín. ¡Eran horribles! Parecían ratas blancas. No caminaban, se arrastraban con los ojos cerrados, parecía que los tenían sellados y hacían un esfuerzo por abrirlos y no podían. La punta de sus patitas eran como pequeños muñoncitos rosados. Sus narices eran diminutas y también rosadas.
"No los vayas a tocar porque después Coqueta los rechaza" me dijo mi mamá. Créanme que no tenía la mínima intención de tocarlos pero curiosamente, aunque me impresionó ver como eran, también me inspiraban ternura.
Nos fuimos a casa. Le pregunté a mi mamá por que habían mojado a coqueta, me dijo que nadie la había mojado, que era su sudor por todo el trabajo que estaba haciendo. Le pregunté a mi mamá por que los perritos eran así, sin casi pelo, arrastrándose, con los ojos sellados... Me dijo que así son todos los cachorritos cuando nacen y a los días abren los ojos, empiezan a tener fuerza para pararse, les sale más pelo...
"Ya verás..." me dijo.
Coqueta tuvo 2 perritos más ese día. Ocho en total, entre los cuales estaba mi querida Muñeca.
Fue el primer nacimiento que vi en mi vida, fue una muestra de amor incondicional entre una humana y una perra, fue ver la fuerza potente de la naturaleza que se abre paso a la vida. Recuerdo que en un momento, Coqueta y yo nos vimos fijo a los ojos, ella temblaba, empapada de sudor, sus ojos brillantes y cansados, sentí ganas de abrazarla pero ella con su mirada profunda me dijo "Todo está bien". No sé explicarlo pero esa mirada se me quedó grabada para siempre, la tengo tatuada en la mente y en el alma. Hasta ahora ninguna persona, y menos ningún otro animal, me ha dado una mirada como la que me dio ella ese día.