Imágenes que vienen a la cabeza. En medio de la inmensidad, a veces perdido, a veces a punto de naufragar, a veces desembarcando en puertos inesperados y volviendo a partir. Buscando el camino, sin saber a dónde quiero llegar. Respira, vértigo, escribe, suelta y empieza de nuevo. Respira. La vida es un laberinto circular.
jueves, 30 de julio de 2020
Reto Escribirme. Día 10 Anuncio
Me encantaba andar a pie, me gustaba mucho caminar pero ahora me avergüenza.
¡Me he dado cuenta de que realmente no sé caminar!
Me he dado cuenta de una forma cruel, ya que hubiera preferido que me lo hubiera dicho mi esposa o algún amigo, pero no, ¡me he enterado por un anuncio de televisión! ¡insólito!
Estaba recostado en mi sillón luego de cenar, como de costumbre, y de repente apareció.
¿Está cansado de que todos odien su manera de caminar?
Curioso - pensé- ¿quién podría odiar la manera de caminar de otra persona?
Tal vez usted no lo sepa pero puede que usted no sepa caminar. Si usted está convencido de que sabe caminar, respondase estas simples preguntas
Reconozco que me asusté. Me senté derecho y atento al cuestionario. ¿Será posible?
1. ¿Le gusta caminar pero nota que otros prefieren ir en carro o poner alguna excusa cuando usted les pide que caminen con usted?
Sí, siempre me pasa, creo que porque son flojos.
2. ¿ Cuando va caminando, nota que con frecuencia lo sobrepasan con rapidez personas que van detrás de usted y cuando lo hacen murmuran alguna cosa inentendible?
¡Pero claro! porque van apurados... Pero eso no es mi culpa.
3. ¿ Muchas veces, sin querer, le saca el zapato a la persona que va caminando delante de usted?
...
4. ¿Con frecuencia "lo tropiezan" cuando va caminando?
Es que hay personas mal educadas, eso pasa.
Tal vez ahora esté pensando cosas como que los demás son flojos, mal educados, usan zapatos más grandes de lo que deben o siempre llevan prisa, ¡No se engañe más, amigo mío, amiga mía! Lo cierto es que usted no sabe caminar.
¡Pero no sé preocupe! porque pensando en usted, tenemos la solución.
El manual y guía completa "Pasito a pasito"
¡Pero qué vergüenza! Es cierto, en el fondo lo sabía, siempre quise creer que no era yo, quitarme responsabilidad, pero es cierto, no sé caminar.
En el manual y guía completa "Pasito a pasito" usted encontrará instrucciones claras y sencillas para llevar una vida normal y evitarle incomodidades a otras personas cuando usted sale a caminar. Le permitirá tener una vida más feliz, placentera y saludable ya que evitará que alguien con poca paciencia le propine un puñetazo por no saber caminar e interrumpir y dificultar su paso.
¡Vaya que he tenido suerte! gracias a Dios nunca me ha pasado eso pero creo que ha estado cerca de pasar.
Además, le adicionaremos un DVD completo con ejemplos de buenas maneras de caminar, por ejemplo, usted aprenderá que si va caminando en una acera angosta, debe hacerlo a buen ritmo y procurando ir siempre en linea recta, evitando zigzagueos innecesarios, ir hablando por teléfono, enviando mensajes de texto o alguna otra actividad que lo distraiga de su misión de caminar, evitando así que las personas que van detrás de usted se incomoden, molesten y quieran sobrepasarlo y soltarle algún insulto entre dientes
¡Válgame Dios! ¡Así que lo que murmuran cuando me sobrepasan son insultos! ¡¿Quién lo hubiera pensado?!
¡Y aún hay más! Si marca ahora al número que aparece en pantalla, le adicionaremos un DVD extra en el que se explica de forma práctica y sencilla todo lo que necesita saber para subir y bajar escaleras. Cada día los accidentes en escaleras matan a millones de victimas en manos de quienes sí saben subirlas y bajarlas pero no tienen la pedagogía ni paciencia para explicarles a otros como hacerlo. ¡No sea una de esas victimas! ¡No se convierta en una estadística más! ¡Usted debe pensar en usted y en su familia!
¡Oh Dios mío! ¡Es cierto, es cierto! ¡Teresa, tráeme el teléfono ya mismo! ¡Corre, mujer, que es de vida o muerte!
¡No deje pasar esta oportunidad! ¡Por su salud! ¡Por su bienestar! ¡Por una vida más feliz! ¡Llame ahora!
Pero claro que llamé. Hace días que espero mis guías, mientras tanto no he salido de casa. Mi mujer me manda a comprar el pan, me pregunta que cuando voy a salir de la cada de una buena vez. Tal vez y si Dios lo permite, pronto inventaran un manual de convivencia para el hogar, para que enseñen como hacer para que la esposa no quiera deshacerse del marido que tiene que pasar el día encerrado, pero por ahora, espero que llegue pronto el manual para aprender a caminar y no seguir poniendo mi vida en peligro cada vez que salgo a dar una vuelta.
Reto Escribirme. Día 9: Enamoramiento
¡Se sentía hermosa!
Estaba hermosa. Estaba estrenando una mini falda roja, tenía unos tacones hermosos, delicados, no muy altos y camisa blanca con rayas rojas. Pocos accesorios, elegantes. Maquillaje sutil pero profundo y actitud, mucha actitud.
Como siempre lo hizo y lo siguió haciendo toda su vida, se vistió para ella, para nadie más. Iba a la fiesta sorpresa de una señora que cumplía 50 años, compañera de trabajo de su mamá. No conocía a nadie ni esperaba hacerlo, ella solo se animó a ir para estrenar su mini falda, tomarse algunos tragos y pasar el rato.
El encuentro fue de película. Él entró por la puerta del local, ella iba bajando unos pequeños escalones que estaban frente a la puerta pero a cierta distancia y separaban la pista de baile de la barra. Su mirada penetrante la hizo voltear, cruzaron miradas por un segundo, hasta que otras personas se atravesaron, saludándolo a él y a su acompañante.
"Es un chico muy guapo" pensó ella, y no le dio más importancia, después de todo, no había ido buscando conocer a nadie.
Él estaba vestido con un suéter cuello de tortuga gris oscuro, pantalón negro de vestir, ojos color miel, piel morena y una sonrisa cautivadora.
Él se esforzó por conocerla. La buscaba con la mirada, se sentó en una mesa cercana a la de ella, encontró la manera de que alguien los presentara, pero ella seguía resistiéndose, procurando un falso desinterés porque lo cierto era que a ella también le había gustado desde que lo vio entrar por la puerta.
En algún momento de la noche, ambos ya aburridos del ambiente, decidieron salir a tomar aire, cada uno por su cuenta. Por supuesto, cuando dos personas están destinadas a ser, todo confabula.
En esa noche, desde ese primer encuentro de miradas, nació una historia de amor que duró toda la vida. No se casaron, no tuvieron hijos, al menos no el uno con el otro, pero se amaron muchísimo. Tenían una conexión especial en la que no existía tiempo ni distancia. Aún cuando al pasar el tiempo cada uno tomo rumbos distintos, siempre había un lugar en común en sus recuerdos y, a veces, en alguna pequeña ciudad del mundo en la que coincidían.
Enamoramiento o amor real, no lo sabremos jamás, pero cada vez que se piensan surge una sonrisa cálida y nadie sabe por qué.
Reto Escribirme. Día 8: Fuera del cuadro
3 años estudiando en el instituto, 5 en la universidad. Me esforcé por ser el mejor, ¡y lo fui! Me gané una beca para estudiar en EEUU, trabajé con grandes artistas. Soñaba con ser el mejor fotógrafo de la era.
- Ya despierta, Carlos, vas a llegar tarde al trabajo.
Detesto escuchar mi nombre, a veces pienso que alguien con un nombre tan simplón no podría ser realmente alguien. Realmente lo que detesto es mi vida. ¿En que momento llegué aquí? Un día estoy a un paso de ser expuesto en el MoMa y al otro estoy trabajando en el fotoestudio de un viejo mañoso, sacando fotos de pasaportes y a niños feos y odiosos, a quienes solo sus madres podrían ver con gracia.
Un día más. Abro la santamaría, enciendo los equipos, la maquina de café de primero. Me siento, como todos los días, a ver a través del vidrio. Pasan personas apuradas de un lado a otro, a una mujer se le rompe el tacón y maldice, un hombre compra un cigarro detallado y un café, un niño uniformado, llorando, siendo casi arrastrado por su apresurada madre. Cada día lo mismo.
Entra una señora risueña, apurada, como todos los que vienen a un fotoestudio en estos días. Apuesto, necesita fotos carnet lo más rápido posible.
- ¿Está sacando fotos carnet?
La veo fijo y serio. No le respondo nada porque el señor Pascual ya me advirtió muchas veces que no podía tratar mal a los clientes pero mi mirada la juzga y le responde todo y más de lo que no puedo decirle con palabras. La señora risueña parece no molestarse.
- ¡Que boba! claro que saca fotos carnet, ¡que pregunta la mía! pero claro, pregunto porque no sé si ya empezó a trabajar hoy... Bueno, si ya está abierto es porque ya empezó a trabajar hoy ¿verdad, señor? Yo soy así, a veces pregunto cosas tontas.
Es de esas señoras a las que les encanta hablar. Aunque me molesta, admiro su energía y buen humor. Tal vez ella si ha realizado sus sueños y no está atrapada en un trabajo de mierda como yo.
- Tenemos combos de 6 y 8 fotos carnet -la interrumpo.
- Solo necesito unas 4.
- Entonces pague el de 6.
- Déjeme pensar, tal vez necesite más...
- Pague el de 8 entonces y luego ve.
- Sí... está bien, si a usted le parece...
- A mi no me parece nada, señora, yo solo tomo las fotos, no sé para que las va a usar usted.
- Déjeme pensar, es que no deja de hablarme y no me deja pensar cuantas necesito.
¡Yo no la dejo pensar!, ¡Yo no dejo de hablarle! Las personas que hablan en exceso no toleran escuchar otra voz que no sea la suya. Aunque, ciertamente, escuchar mi voz pedante debe intimidar a cualquiera. Me alejo para "dejarla pensar".
- ¡Señor!, ¡venga!, ya sé.
Si me dice que vuelve más tarde juro que me suicido.
-Voy a elegir el paquete de 8 fotos. ¿Son instantáneas?
- No.
- Oh... ok....
Perfectamente podrían ser instantáneas, solo le dije que no para molestarla pero a esta señora parece no molestarle nada, o tal vez a mí me molesta todo, desde la más mínima banalidad y por eso creo que otras personas serán tan amargadas como yo.
- ¿Algún fondo especial?
- No entiendo.
Entiendo que no entienda, yo mismo no entiendo una pregunta tan estúpida. Si fuera una sesión de fotos que fuera a salir en la portada de una revista, tal vez buscaríamos un escenario realmente especial, posiblemente en exteriores, tendríamos maquillistas, directores de iluminación, de vestuario...
- Que si la necesita fondo blanco.
- Ah... da igual, creo. Puede dejar ese fondo azul. Aunque se ve un poco sucio.
- Eso no se nota en la foto, señora.
Fue la única cliente ese día. Susan Sontag decía que fotografiar es un acto de violación, es apropiarse de lo fotografiado. Ojala pudiera absorber algo de la energía de vida que transmite esta señora. Ahora vivirá eternamente gracias a mi lente. Quedo atrapada en este momento, la cámara le robó un poco de su alma, aunque sea en una simple foto carnet.
lunes, 27 de julio de 2020
Reto Escribirme. Día 6: Pesadilla
No recuerdo a que edad empezó esta pesadilla recurrente, solo sé que me acompaña desde hace tanto que cuando pasa un mes sin que la sueñe, me parece extraño.
Recientemente le he prestado especial atención a mis sueños, al día del mes en que los sueño, a lo que ha pasado en mi vida esos días, como me he sentido, lo que he comido, la fase de la luna en la que estemos, etc. Y me he dado cuenta de que ésta pesadilla recurrente, se repite siempre al rededor del mismo momento del ciclo mensual y como ya sé de que va la pesadilla, a grandes rasgos, entonces he trabajado en no sentir tanto miedo y observar todo lo que existe en el sueño, objetos y personas.
En esencia, la pesadilla es que viene una ola gigante o muchísima agua hacia mi y no hay manera de que pueda escapar. A veces estoy sola, normalmente acompañada. A veces estoy en una playa, a veces en una playa rodeada por una montaña, a veces solo en una montaña y la cantidad de agua que viene a mi es de un río muy grande.
Normalmente, veo como se empieza a formar la ola gigante, antes corría tratando de huir, luego dejé de correr porque sabía que era imposible escapar, ahora dejo de correr porque ya sé que es una pesadilla, aunque a veces temo que no esté soñando y no lo sepa pero luego me despierto.
Algunas veces estoy dentro de alguna casa, con muchas otras personas, y la ola no es devastadora. Se levanta imponente hasta tocar el cielo pero basta con cerrar la puerta de la casa para que solo se inunde un poco, hasta las rodillas, pero nada más. La casa siempre resiste.
La primera vez de la casa, fue una casa apenas terminada de construir, con columnas y techo de cemento en crudo, sin puertas en las habitaciones y ningún mueble, con muchas personas, adultos y niños, angustiados, gritando y llorando, tratando de sobrevivir. La vez más reciente de la casa, era una mansión de cristal, había un hombre ciego y sereno y muchas otras personas, entre mujeres hombres, niños y ancianos, en su mayoría tranquilos.Solo yo y unos pocos nos preocupamos por ver la cantidad de agua que se avecinaba mientras estábamos en una casa de cristal. Recuerdo pensar que la potencia del agua rompería todas las paredes de la casa y eso era aún más peligroso que el agua en si misma. Pero llegó la ola. Más que solo agua, era lodo, agua turbia y marrón, fuerte, violenta, golpeando con fuerza los ventanales de cristal y cubriendo toda la casa, que era de techo bastante alto, pero no sufrió la mínima grieta, se mantuvo firme y las personas en su interior solo observaban y su tranquilidad me calmó.
Recientemente, estuve en el claro de un bosque hermoso, era un espacio rodeado por montaña. Lo reconocí de inmediato, ya había estado ahí hacía mucho tiempo en otro sueño y recordé que ese lugar donde ahora estaba parada, antes era un río muy profundo, recuerdo lanzarme desde piedras altas y nadar, así que me di cuenta de que de un momento a otro se llenaría de agua de nuevo, otra vez la pesadilla. Un hombre joven me dice que tengo que armar la carpa para protegerme. Él me ayudaba pero yo sentía mucha ansiedad y estaba convencida de que era imposible que una carpa nos salvara de lo que venía. Vi a lo lejos, venir veloz por un camino angosto, una cantidad de agua tan alta como las montañas, como cuando se rompe una presa. Sabía que no lo lograríamos, mi velocidad y fuerza es incomparable a la del agua. El hombre permanecía sereno y me dice que entre a la carpa. Adentro había una anciana de cabello totalmente gris y largo hasta la cintura, abrazando un niño, ambos muy serenos. Ya estaba muy cerca el agua y la carpa no estaba terminada, no le habíamos cocido el cierre para cerrarla. Le digo al hombre que entre y me dice que no, que cierre la carpa y la agarre fuerte donde no había cierre, hasta que todo pasara. él permaneció del lado de afuera haciendo lo mismo, sin angustia. Cierro los ojos, aprieto fuerte la tela de la carpa para que no se abra, resisto, pero no hay un movimiento tan brusco al cual resistir. Abro los ojos, no escucho nada, no siento nada. Aflojo la mano, abro la carpa, el hombre ya no estaba, la tierra estaba mojada pero ya no había río, ni ola ni ansiedad.
Reto Escribirme. Día 5: Sueño
"No tengas miedo, abre los ojos"
Estábamos sentados en la orilla de una playa. No había frío, no había calor, la arena era cómoda y estábamos juntos, hablando de alguna cosa que no recuerdo pero que se que no era nada importante. Me empieza a invadir cierta ansiedad, siento que alguien nos observa pero no logro voltear a ver quien es, cierro los ojos y los aprieto con fuerza. Siento su brazo rodeándome, "no tengas miedo, abre los ojos" me dice. Los abro y estábamos en una burbuja de colores, en la que el aire se sentía muy fresco y limpio y toda el agua del mar nos rodeaba. Podía ver peces de colores nadando por encima y al rededor de nosotros. El seguía abrazándome... No recuerdo más.
No es el sueño más reciente pero sí uno de los más hermosos que he tenido. Fue la primera y única vez que soñé con él. No sé quién era, no nos hemos encontrado más en sueños y no nos conocemos en la realidad pero recuerdo la paz que me trasmitió su abrazo y sus palabras.
Es la segunda vez que cuento ese sueño. Solo se lo había contado a una persona justo a la mañana siguiente de haberlo soñado, hace ya varios años. Aún a veces pienso en él y la burbuja, junto antes de dormir para ver si tengo la suerte de volvernos a encontrar. Nada.
Reto Escribirme. Día 4: Obsesiones
Siempre he estado muy consciente de mis manías pero recientemente decidí que ya no quería ser una loca maniática, así que ahora soy una mujer que ama los rituales. Se podría decir que es lo mismo (y muchos me lo dicen, de hecho) pero soy yo quien tengo la responsabilidad y deber de ser amable conmigo misma y las palabras que uso para definirme. Lo que piensen los demás de mí, es su visión y su responsabilidad, no la mía.
La vida entera se rige por rituales, sin embargo no podría asegurar que alguno de mis rituales es una obsesión. ¿Que pasaría si el papel higiénico en el baño está al revés? ¿O si no puedo terminar lo que empiezo? ¿Que pasaría si pierdo esas conversaciones y fotos que veo constantemente para sentirme mejor? Posiblemente nada, pero es parte de quién soy, así que lo que haré será enumerar algunos de mis rituales y juzguen ustedes si son obsesiones, manías o si en algún momento serían tan valientes como para convivir conmigo.
1. Las sabanas, a menos que sean unicolores, deben estar derechas. Es decir, si son de flores, por ejemplo, es inconcebible que esté puesta de modo que las flores estén de cabeza. Si pasa eso, la cambio o me acuesto en sentido contrario para que los dibujos estén derechos.
2. Los platos sucios no pueden ponerse unos encima de otros, jamás, inaceptable.
3. No puedo usar el mismo cuchillo para untar y comer.
4. Los libros deben estar ordenados por tamaño y los utensilios de cocina se lavan del más grande al más pequeño.
5. Una vez empiezo a escribir, dibujar, escuchar una canción o melodia, etc, necesito terminar. Imposible dejar algo inconcluso.
6. No me gusta borrar conversaciones de ningún chat porque me encanta releerlas una y mil veces. Si tengo que borrar algo, a veces hago capturas de pantalla y las guardo en mi drive.
7. Me encanta pensar. Pensar en todas las variantes que existen para alguna situación (si ya pasó, no lo pienso más). Cuestionarme por qué me gusta lo que me gusta, como reaccionaría o que diría en determinada circunstancia, etc.
8. Adoro hablar sola y me molesta muchísimo que me interrumpan.
9. Prefiero escribir de madrugada, cuando todos duermen, porque detesto que mientras escribo me hablen o me miren.
10. No logro echar sal con cucharilla, necesito tocarla. Solo con mis dedos sé cuál es la cantidad necesaria y siempre echo algún sobrante sobre mi hombro izquierdo.
La lista es muchísimo más larga pero la dejaré hasta aquí esperando que algún lector coincida en al menos uno de mis rituales y me comparta alguno de los suyos.
1. Las sabanas, a menos que sean unicolores, deben estar derechas. Es decir, si son de flores, por ejemplo, es inconcebible que esté puesta de modo que las flores estén de cabeza. Si pasa eso, la cambio o me acuesto en sentido contrario para que los dibujos estén derechos.
2. Los platos sucios no pueden ponerse unos encima de otros, jamás, inaceptable.
3. No puedo usar el mismo cuchillo para untar y comer.
4. Los libros deben estar ordenados por tamaño y los utensilios de cocina se lavan del más grande al más pequeño.
5. Una vez empiezo a escribir, dibujar, escuchar una canción o melodia, etc, necesito terminar. Imposible dejar algo inconcluso.
6. No me gusta borrar conversaciones de ningún chat porque me encanta releerlas una y mil veces. Si tengo que borrar algo, a veces hago capturas de pantalla y las guardo en mi drive.
7. Me encanta pensar. Pensar en todas las variantes que existen para alguna situación (si ya pasó, no lo pienso más). Cuestionarme por qué me gusta lo que me gusta, como reaccionaría o que diría en determinada circunstancia, etc.
8. Adoro hablar sola y me molesta muchísimo que me interrumpan.
9. Prefiero escribir de madrugada, cuando todos duermen, porque detesto que mientras escribo me hablen o me miren.
10. No logro echar sal con cucharilla, necesito tocarla. Solo con mis dedos sé cuál es la cantidad necesaria y siempre echo algún sobrante sobre mi hombro izquierdo.
La lista es muchísimo más larga pero la dejaré hasta aquí esperando que algún lector coincida en al menos uno de mis rituales y me comparta alguno de los suyos.
domingo, 26 de julio de 2020
Reto Escribirme. Día 3: 10 cosas.
Todo lo que está a mi alrededor lo conozco a la perfección. Veo lo que
tiene polvo desde hace tiempo y lo que limpié esta mañana. Todo lo que está donde
está, es porque yo lo he puesto ahí.
Pero no, yo no puse ese triciclo ahí. Ese triciclo me delata que mi niño
estuvo jugando con él hace apenas unas horas. Me hace recordar cuando se lo
compré. Hace 2 o 3 años, a esta misma hora, en esta misma sala, estábamos
armando el triciclo para que al día siguiente, cuando se despertara, lo
encontrara listo. No recuerdo ya si fue para una navidad, un cumpleaños, día
del niño o simplemente porque sí, pero recuerdo perfectamente su expresión
cuando lo vio. Mi corazón latía rápido, mi mamá reía y estoy segura de que su
corazón también latía rápido porque así late cuando amas y te emocionas por ver
feliz a quien amas.
Es curioso como nuestra vida se compone de cosas. De recuerdos y momentos
dirían algunos, sí, pero recuerdos que
vienen dados por objetos. Los objetos sí importan, lo material forma parte
importante de nuestras vidas, nos hace ser quienes somos. Ese triciclo y esa
campana que está al lado, me recuerdan la risa de mi mamá y a un Santiago más
pequeño que quedó atrapado en el tiempo en el que aún no llegaba a los pedales
y agarraba la campana de su abuela para tocarla a cualquier hora y jugar que
era la bocina del triciclo.
No sé qué hace esa campana ahí. Yo la puse ahí, claro, y la puse ahí porque
no encontré otro lugar donde ponerla y me pareció que ahí se veía bien, pero
¿realmente qué hace ahí? ¿Cómo llegó a esta casa? ¿Qué historia tiene?, no
tengo idea porque no es mía, nunca será mía, es de mi mamá. La recuerdo
tocándola para armonizar su consultorio de terapias, solo eso.
Me parece una idea fabulosa la de los egipcios antiguos de enterrar a los
muertos con todas sus pertenencias, que se vayan con sus cosas y sus recuerdos
y así los que nos quedamos, no sentirnos como impostores que usan lo que no les
pertenece. Pero no es del todo buena idea porque al lado de la campana está el
modem de internet y el router de wifi, lo cual también lo compró mi mamá. Fue
buena idea entonces, velarla solo con su ropa favorita y no con todos sus
objetos porque nos hubiéramos quedado sin internet, al menos un tiempo.
El modem y el router son los que están llenos de polvo, la verdad es que me
da miedo limpiarlos y moverlos mucho no vaya a ser que el internet decida irse
y no volver nunca más, así que pienso que un poco de polvo no hará daño y si lo
hace, tenemos conexión para averiguar qué hacer (que no sea limpiar).
En la misma mesa donde están los modem y la campana, hay un par de objetos
más, y los voy contando para ver cuánto me falta para los 10 y apenas me doy
cuenta de que la mesita misma, es un objeto. Hago memoria para recordar la
historia de esa mesita.
Tiene bastantes años con nosotros e incluso ha hecho varios viajes. Me
imagino que en algún momento mis padres decidieron que les gustaba lo “rustico”
(palabra de ellos), por supuesto, fue en una época en la que mi palabra para
esas decisiones no importaba para nada (realmente aun no importa porque sigo
siendo hija, tenga la edad que tenga). Esa mesa, si mal no recuerdo, vino
acompañada de un juego de muebles desde el pueblo de Magdaleno y vivió un tiempo
con nosotros en La pastora, luego, por algún motivo, estuvo en la casa que mi
abuela tenía en Cagua, luego, cuando nos mudamos, se vino para acá con nosotros
y actualmente, los muebles que la acompañaban, están en Maturín en casa de una
tía. Ahora me dan ganas de escribirle exclusivamente a la mesita, de tratar de
revivirla para que me cuente todo lo que ha visto y escuchado, para que me
hable de mi propia vida y de las cosas que ya he olvidado, después de todo, la
madera tiene buena memoria.
La mesita desde hace un tiempo es moderna porque lleva el modem y el
router, desde hace unos meses también lleva la campana y un trozo de mármol que
tiene grabada la imagen de la virgen de Coromoto. Ambas, la mesita y el mármol,
pueden distraerse hablando porque son casi de la misma época. De hecho, el
mármol es aún más viejo porque viene de la época en la que mi tía aún estaba
viva (hablo de ella en el reto anterior). Esa virgen fue regalo de uno de mis
tíos. Recuerdo que le regalo uno a mi abuela, muy devota de la virgen de
Coromoto, a mi tía porque también era devota y su segundo nombre era Coromoto y
a mi mamá porque su segundo nombre también era Coromoto. Lo bueno es que si la
mesa no me habla, la virgen si lo hará porque tiene boca, aunque no sé si el
mármol tenga tan buena memoria.
Como guardaespaldas de la virgen, hay un señor de madera, quien sabe, tal
vez sea la representación de alguien famoso que no conozco, o tal vez un simple
campesino. Lo bueno es que aún le puedo preguntar a su dueño, que es mi papá,
porque a diferencia de las demás cosas, no tengo idea de donde viene esa
estatuilla ni desde hace cuánto tiempo está con nosotros.
Sobre la mesita está el televisor, no podría decir que es una de las 10
cosas que tengo al frente y no había notado pero sigue siendo una cosa. Ese
televisor pasa muchas horas prendido, no porque lo vea mucho sino porque he
descubierto que le temo al silencio. Si no es el televisor, es algún equipo de
música. Mientras leo, escribo, cocino o (casi) cualquier otra cosa, necesito el
ruido de fondo, ya se ha convertido en una especie de ruido blanco para, muchas
veces, evitar enfrentarme a mis propios pensamientos.
Al lado del televisor, el teléfono. Desde que tengo uso de razón y hasta
hace meses, el teléfono de la casa no paraba nunca de sonar. Ese teléfono
inerte también murió, el teléfono de la casa es otro de los objetos que
perfectamente hubieran podido enterrar con mi mamá, en lugar de eso, está lleno
de polvo y silencio.
Los objetos 9 y 10 los podría resumir en: desorden. Al
lado del teléfono está el celular de mi mamá, un par de cornetas, una vela
recuerdo de un bautizo, un libro, dibujos… Vida cotidiana.
Reto Escribirme. Día 2: Autobiografía
Por suerte no debo escribir
mi autobiografía completa, solo algún fragmento e incluso se me permite (se me
pide) mentir en alguna cosa que yo decida.
Por suerte también, he entendido
desde hace un tiempo que una autobiografía no se trata de decir quién eres sino
de decir lo que has hecho, lo que te ha pasado, lo que has vivido y que los
lectores se encarguen de juzgar que te conocen y decir quién eres.
Pues bien, contaré entonces
que tengo un hermano 15 años mayor que yo, a quien amo profundamente pero con quien,
por razones obvias, no compartí mi niñez. Mi familia materna es bastante
extensa pero todos viven en otros estados. Mi familia paterna es bastante
pequeña, solo uno de mis 5 tíos paternos tuvo hijos pero justamente es el único
tío que nunca fue tan cercano, por lo tanto, yo era la única niña en casa (y lo
fui hasta que tenía 18 años y nació mi primer sobrino).
Muchas personas siempre
hablan de lo felices que son los niños, sin responsabilidades, sin
preocupaciones pero estoy convencida que quienes dicen eso lo hacen simplemente
porque han olvidado su niñez. ¡Claro que un niño tiene (o siente que las tiene)
responsabilidades y preocupaciones!
Desde que tuve 2 meses de
nacida mi mamá debió volver a su trabajo así que mi cuidado quedó a cargo de mi
abuela paterna y una de mis tías, principalmente. Debo acotar que como la mayoría
de mis tíos eran solteros, vivían todos aún con mis abuelos en la misma casa
grande y con mi hermano, quien vivió con ellos desde los 9 años cuando su mamá
murió. Así que crecí en esta casa, rodeada de tanto amor y atenciones que
perfectamente podría ser motivo de envidia para cualquier otro niño.
A mis 6 años, mi tía, mi
cuidadora principal, enfermó. Fueron 2 años en los que en diversas ocasiones
pasaba tardes jugando en el estacionamiento de hospitales. Fueron 2 años en los
que ya no me buscó al colegio, dos años en los que, a pesar de
tener tan buena memoria, decidí bloquear a mi abuela porque su dolor era tan
grande y abrumador que no sabía cómo manejarlo, así que no tengo ni un solo
recuerdo de ella durante esta etapa.
Recuerdo que la llene de
tanto amor, esperando que con ese amor se sanara, que no me importaba abrazarla
y besarla, aun cuando la bolsa de la colostomía se desbordaba, o se le salía la
sonda. La veía realmente hermosa sin cabello y se lo hacía saber. La llenaba de
besos, aun cuando sabía que su boca torcida e inmóvil no me podía corresponder.
Cuando sus ojos se llenaban de lágrimas, yo era fuerte para ella, yo sonreía y
le decía que no llorara.
¡Y la amaba! ¡Dios, cuanto
la amaba!
Y tengo que hacer una pausa
de algunas horas para llorar su recuerdo, porque aunque han pasado muchos años,
sigue intacto y nuestro amor fue y es tan grande que solo puedo sentir que cada
día crece más y se lo expreso amando la vida que ella también amó tanto.
No supe cómo ni cuándo
murió, fue ella quien me lo dijo en un encuentro hermoso que tuvimos una noche
mientras dormía (aún estoy 100% convencida de que no fue un sueño). Esa mañana
desperté feliz, cantando canciones que ella me había enseñado, sintiendo que
todo estaba muy bien. Un relámpago me golpea la mente y voy a preguntarle a mi
papá como estaba mi tía… Corrí a mi cuarto, mi mamá corrió detrás de mí, me
abrazó y la odié. Mi papá permaneció llorando en silencio en la sala.
Esa tarde, permití que mi
mamá me vistiera, aunque desde hacía tiempo no dejaba que lo hiciera. Ya era
muy capaz de tomar ese tipo de decisiones y defender mi autonomía, al menos en
la ropa que quería. Mi mamá me puso un suéter amarillo que odiaba, no solo por
lo feo que era sino porque el tipo de tela daba calor y picaba. No me importó,
no me dio calor, no me picó, no lo odié ese día. No recuerdo qué pensaba (o no
lo quiero recordar) pero sé que cuando llegamos a la casa de mis abuelos y
tíos, a mi otra casa, y abrió la puerta otra tía y me vio y su voz se ahogo en
llanto mientras me decía “ay, Odrita…” en ese momento reaccioné y pensé “debo
ser fuerte para ellos”.
Después de todo, era la única
niña en la casa, en mí recaía la responsabilidad de darles alegría porque los
niños son eso “la alegría de la casa”. No podía permitirme llorar, debía ser
pilar para ellos, para una madre y un padre que acababan de perder a su hija,
para unos hermanos que acababan de perder a su hermana, para un sobrino que
perdió a quién se encargó también de su crianza, luego de que su madre muriera.
Mi papá ya no era superhéroe, porque los superhéroes no lloran, ahora era yo
quién debía ser la superheroína de todos.
Y así fue, y así ha sido, y
ha sido arduo y agotador, y es una de las principales razones por las que me
cuesta tanto expresar mis emociones, por las que si me siento triste o emotiva,
lo que hago es contar chistes, ser sarcástica, desviar el tema… Y sí, lo estoy
trabajando con mi psicóloga. Y me enteré recientemente que esa decisión, una de
las más grandes de mi vida y a tan corta edad, fue una decisión tomada desde el
amor pero es momento de soltarla…
Reto Escribirme. Día 1: ¿Por qué escribo?
Perfectamente podría dar una
respuesta insulsa, aunque verdadera: Escribo porque me enseñaron a hacerlo,
porque recibí educación primaria, porque en el mundo actual es un pecado inconcebible
ser analfabeta.
Sin embargo, saber escribir
no significa que se haga con frecuencia o con algún sentido, como me encanta
hacerlo. Recuerdo haber ofendido a un conocido cuando le dije, luego de leer
uno de sus libros, que no porque escriba y publique se puede considerar escritor.
Me arrepentí, no de mi comentario, sino de la frivolidad con la que lo dije,
pero me surgió una pregunta, similar al título de este primer reto: ¿Qué es un
escritor?
“¿Qué es un escritor?” al
igual que “¿Por qué escribo?” son cuestiones que se podrían responder con gran
simplicidad, como lo exprese al principio. Un escritor es alguien que escribe,
escribo porque me enseñaron. ¿Valdría entonces modificar las preguntas y decir?:
¿Qué hace a alguien que escribe, ser considerado escritor? ¿Qué busco o cual es
mi objetivo cuando escribo? Sí, se podrían modificar pero sería realmente
absurdo y frío, al igual que mi comentario a este conocido que estaba feliz por
la reciente publicación de su libro.
Lo cierto es que el 80% de
la comunicación no es oral y en mi caso, podría decir que de ese 80%, la mayoría
es escrita. Escribo cuando estoy molesta, escribo cuando estoy triste, cuando
estoy alegre, cuando no quiero escribir…
Escribo porque es la única forma
de liberación que conozco (o que conocí por mucho tiempo)
He escrito cartas rabiosas
que jamás entregué e incluso quemé. Cartas de amor de las que me enamoré aún más
que de las personas a las que iban destinadas (cartas que igual, nunca
entregué), me he escrito a mí misma, a mi yo del pasado, del futuro y del
presente. Incluso, les he escrito cartas de despedida y consuelo a varias
personas que amo, por si la muerte llega a mi primero que a ellos.
Escribo porque es la mejor
forma de autoconocimiento, porque mi mente necesita ser vaciada, porque mis
dedos reaccionan más rápido que mis cuerdas vocales.
Escribo mucho y solo
recientemente empecé a compartir algunas de las cosas que escribo (algunos
poemas, cuentos, cartas…) y encontré que no solo al escribir encuentro
liberación y autoconocimiento, sino que al permitir que otras personas me lean,
encuentro compañía.
Cuando otros me leen y
sienten dolor, yo me siento tranquila y plácida. Cuando me leen y recuerdan la
sensación del amor, entonces yo misma me siento amada. Incluso cuando me odian
o detestan lo que escribo, soy feliz, porque lo cierto es que siento gran
satisfacción al producir o recrear emociones en otras personas, a través de mis
letras.
Recientemente leí el
comentario de alguien que amo, sobre un libro y decía “bastante interesante” y
sentí temor de que él u otra persona, en algún momento llegue a decir esa frase
de alguno de mis textos (a menos que sea un ensayo o escriba sobre temas que
realmente pudieran ser interesantes como teorías conspiratorias o física cuántica)
porque significa que el lector no sintió ninguna emoción. Desearía que dijeran “es
terrible”, “está muy mal escrito”, “me molestó” o cualquier cosa por el estilo,
antes de que digan algo tan neutro y soso como “interesante”, porque los textos
que solo son “interesantes” sin ninguna otra emoción, se pierden en el olvido fácilmente.
Así me doy cuenta de que también escribo para no ser olvidada.
Escribir y compartir mis
escritos, es un gran morbo por provocar empatía mientras voy desnudando mi
mente y liberando mi alma.
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