Por suerte no debo escribir
mi autobiografía completa, solo algún fragmento e incluso se me permite (se me
pide) mentir en alguna cosa que yo decida.
Por suerte también, he entendido
desde hace un tiempo que una autobiografía no se trata de decir quién eres sino
de decir lo que has hecho, lo que te ha pasado, lo que has vivido y que los
lectores se encarguen de juzgar que te conocen y decir quién eres.
Pues bien, contaré entonces
que tengo un hermano 15 años mayor que yo, a quien amo profundamente pero con quien,
por razones obvias, no compartí mi niñez. Mi familia materna es bastante
extensa pero todos viven en otros estados. Mi familia paterna es bastante
pequeña, solo uno de mis 5 tíos paternos tuvo hijos pero justamente es el único
tío que nunca fue tan cercano, por lo tanto, yo era la única niña en casa (y lo
fui hasta que tenía 18 años y nació mi primer sobrino).
Muchas personas siempre
hablan de lo felices que son los niños, sin responsabilidades, sin
preocupaciones pero estoy convencida que quienes dicen eso lo hacen simplemente
porque han olvidado su niñez. ¡Claro que un niño tiene (o siente que las tiene)
responsabilidades y preocupaciones!
Desde que tuve 2 meses de
nacida mi mamá debió volver a su trabajo así que mi cuidado quedó a cargo de mi
abuela paterna y una de mis tías, principalmente. Debo acotar que como la mayoría
de mis tíos eran solteros, vivían todos aún con mis abuelos en la misma casa
grande y con mi hermano, quien vivió con ellos desde los 9 años cuando su mamá
murió. Así que crecí en esta casa, rodeada de tanto amor y atenciones que
perfectamente podría ser motivo de envidia para cualquier otro niño.
A mis 6 años, mi tía, mi
cuidadora principal, enfermó. Fueron 2 años en los que en diversas ocasiones
pasaba tardes jugando en el estacionamiento de hospitales. Fueron 2 años en los
que ya no me buscó al colegio, dos años en los que, a pesar de
tener tan buena memoria, decidí bloquear a mi abuela porque su dolor era tan
grande y abrumador que no sabía cómo manejarlo, así que no tengo ni un solo
recuerdo de ella durante esta etapa.
Recuerdo que la llene de
tanto amor, esperando que con ese amor se sanara, que no me importaba abrazarla
y besarla, aun cuando la bolsa de la colostomía se desbordaba, o se le salía la
sonda. La veía realmente hermosa sin cabello y se lo hacía saber. La llenaba de
besos, aun cuando sabía que su boca torcida e inmóvil no me podía corresponder.
Cuando sus ojos se llenaban de lágrimas, yo era fuerte para ella, yo sonreía y
le decía que no llorara.
¡Y la amaba! ¡Dios, cuanto
la amaba!
Y tengo que hacer una pausa
de algunas horas para llorar su recuerdo, porque aunque han pasado muchos años,
sigue intacto y nuestro amor fue y es tan grande que solo puedo sentir que cada
día crece más y se lo expreso amando la vida que ella también amó tanto.
No supe cómo ni cuándo
murió, fue ella quien me lo dijo en un encuentro hermoso que tuvimos una noche
mientras dormía (aún estoy 100% convencida de que no fue un sueño). Esa mañana
desperté feliz, cantando canciones que ella me había enseñado, sintiendo que
todo estaba muy bien. Un relámpago me golpea la mente y voy a preguntarle a mi
papá como estaba mi tía… Corrí a mi cuarto, mi mamá corrió detrás de mí, me
abrazó y la odié. Mi papá permaneció llorando en silencio en la sala.
Esa tarde, permití que mi
mamá me vistiera, aunque desde hacía tiempo no dejaba que lo hiciera. Ya era
muy capaz de tomar ese tipo de decisiones y defender mi autonomía, al menos en
la ropa que quería. Mi mamá me puso un suéter amarillo que odiaba, no solo por
lo feo que era sino porque el tipo de tela daba calor y picaba. No me importó,
no me dio calor, no me picó, no lo odié ese día. No recuerdo qué pensaba (o no
lo quiero recordar) pero sé que cuando llegamos a la casa de mis abuelos y
tíos, a mi otra casa, y abrió la puerta otra tía y me vio y su voz se ahogo en
llanto mientras me decía “ay, Odrita…” en ese momento reaccioné y pensé “debo
ser fuerte para ellos”.
Después de todo, era la única
niña en la casa, en mí recaía la responsabilidad de darles alegría porque los
niños son eso “la alegría de la casa”. No podía permitirme llorar, debía ser
pilar para ellos, para una madre y un padre que acababan de perder a su hija,
para unos hermanos que acababan de perder a su hermana, para un sobrino que
perdió a quién se encargó también de su crianza, luego de que su madre muriera.
Mi papá ya no era superhéroe, porque los superhéroes no lloran, ahora era yo
quién debía ser la superheroína de todos.
Y así fue, y así ha sido, y
ha sido arduo y agotador, y es una de las principales razones por las que me
cuesta tanto expresar mis emociones, por las que si me siento triste o emotiva,
lo que hago es contar chistes, ser sarcástica, desviar el tema… Y sí, lo estoy
trabajando con mi psicóloga. Y me enteré recientemente que esa decisión, una de
las más grandes de mi vida y a tan corta edad, fue una decisión tomada desde el
amor pero es momento de soltarla…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarSencillamente hermoso,todo un homenaje a las mujeres de la familia, tú incluida.
ResponderBorrarMuchas gracias por tu comentario, querida Aura. Es así!
BorrarHermoso homenaje a tu tía. No conocía esa historia. Gracias por compartir pequeña
ResponderBorrarGracias a ti por leerme y conocer un poquito más de mi. Un abrazo enorme.
BorrarLloré!!! Con cada experiencia en el transcurso de la vida nos vamos colocando máscaras que nos ayudan a enfrentar la vida, y a auto protegernos, te recomiendo el libro las 5 heridas de Lise Bourbeau lo consigues como audiolibro en youtube. Besos
ResponderBorrarComo escribí en el reto del día 1 (la entrada anterior), me encanta generar emociones en las personas que me leen y si lloraste, mejor aún! porque te conectaste conmigo y mi sentir y te lo agradezco muchisimo. Cuando encontramos empatía en otros, no nos sentimos tan solos en nuestro mar de emociones. Gracias también por la recomendación del libro, ya lo voy a buscar. Cariños.
BorrarSencillamente maravilloso. Grandes responsabilidades producto de grandes decisiones para una niña tan pequeña. Gracias por abrir tu corazón de esta manera y hacer arte desde tu proceso de sanación. Felicidades
ResponderBorrarMuchas gracias a ti por leerme. Sí, decisiones que se toman desde el amor, aún sin saberlo...
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