lunes, 24 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 20: Un lugar que amo

 


Me permitiré caer de brazos abiertos en lo ridículo y diré que el lugar que amo es entre tus brazos, ya que es donde no existe el tiempo, en dónde puedo permitirme ser realmente yo, dónde existe el clima perfecto, el aroma perfecto.

Luego de algunas perdidas importantes, materiales y espirituales, perdidas de cosas y personas que no me pertenecían realmente pero que mi ego lo ha sentido así, he entendido que el lugar que amo es aquel en el que me encuentre en paz conmigo misma. 

Han habido lugares geográficos en los que he encontrado esa paz, pero luego, en algún momento retorno buscándola y ya se ha ido y entonces me entero que la paz no se hallaba en ese lugar sino en quien era yo en aquel momento. 

Yo soy mi hogar, y sin embargo, cuantas veces he querido salir de mí, huir de mi misma.

Si hay algún lugar en el que puedo refugiarme incluso cuando quiero huir de mi, ese "lugar" eres tú. Tú que ya no puedes leer lo que escribo. Tú, el único abrazo que jamás me ha incomodado. 

Tu eres a quien anhelo volver. 

lunes, 10 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 18: Roturas y rupturas

 

Salte y caí mal. Sentí un dolor intenso que me subió por la pierna, la espalda y llego hasta el cuello y la cabeza, me sentí mareada, trague agua, me desorienté. Logre salir de la piscina, no podía afincar bien el pie. Fue el dedo medio del pie derecho. Me encerré, mordí una toalla, me estire el dedo y yo sola me lo entablille con una paleta de helado. Sude frío, casi de desmayo. No pude caminar bien por dos semanas, todos los dedos y parte del pie se pusieron morados, casi negros. Casi nadie lo supo ni lo sabe.

Siempre he sido cobarde, nunca he roto con nadie directamente. Mi "técnica" es hacer que la otra persona me odie tanto o se decepcione tanto de mi que me deje. Igual causo dolor pero al menos la otra persona no se siente botada sino que tomó una sabia decisión al dejarme y yo me libero de cierta responsabilidad. "... Todo hombre destruye lo que ama, el valiente con un beso, el cobarde con una espada"

Además de ese dedo y una que otra uña de vez en cuando, nada más se ha roto. 

No se los dije en persona. Solo me aleje, solo los saque de mi vida. Curiosamente, no me tiembla el pulso para sacar de mi vida amigos o conocidos. Ya no me sentía cómoda con ellos, ya no tenía nada más que dar, ni ellos a mi. Les agradezco su paso por mi vida, perdono cualquier molestia, dolor, incomodidad o resentimiento y los dejo ir.

Una sola vez he prometido ser fiel y rompí esa promesa. No he roto más promesas porque, en honor a la verdad, no suelo prometer nada. 

La ley la he roto varias veces pero nunca me han capturado. He roto confianzas, sueños ajenos, esperanzas y otras cosas que no so mías. 

Aunque lamento el dolor que cada rotura o ruptura ha causado, no me arrepiento de las decisiones tomadas.



Reto Escribirme. Día 19: Rituales matutinos

 

Despierto. Pienso en ella, pienso en él. Respiro profundo, cierro los ojos, trato de hacer memoria de los sueños que tuve, lo logro brevemente pero de inmediato me invaden cientos de pensamientos, respiro, doy un vuelta en la cama, me aturden los pensamientos, los mando a callar, respiro, otra vuelta, empieza el dolor de cabeza, respiro, abro los ojos nuevamente, doy vueltas por media o tal vez una hora más. Giro, lo veo, a veces lo quiero, a veces me pregunto qué hacemos aquí. Me levanto, voy al baño, hago pipí, me cepillo los dientes, lloro, a veces sin lagrimas, siempre tapandome la boca para que nadie escuche, respiro, agradezco por la vida de quienes amo, me veo al espejo, respiro, aún me duele la cabeza, me pongo la máscara del día.

Me abraza.

- Tengo hambre, mamá.

- Buenos días, mi amor. Ya te preparo desayuno.

- No, tú no, mi abuelo.

- Deja a tu abuelo quieto.

Lo veo de espaldas, lo amo, me dan ganas de llorar de nuevo, respiro para que no se note, sonrío.

- Hola, hija, ¿quieres café?

- No, papi, gracias.

Lo abrazo. Respiro. Pensandolo bien, sí quiero café. 

Empezó el día.

Reto Escribirme. Día 17: Algo que no

 

Algo que no... Algo que no me gusta, algo de lo que quiera quejarme. No lo sé. Tal vez precisamente algo que no suelo hacer es quejarme. Claro que hay cosas que me incomodan, claro que hay cosas que me molestan pero algo que no logro entender es precisamente a las personas que se quejan por todo y a quienes todo les molesta, personas que parecieran odiarlo todo. Personas que absolutamente todo lo critican. Son tan soberbios que quieren acabar con medio mundo, odian el lugar en el que nacieron, detestan a personas que consideran de algún modo ignorantes, creen que tienen una inteligencia superior y están confiados en que tienen la razón. 

La verdad es que por mi mente pasan tantas cosas y hay tanto que aprender y sanar en mi vida que no queda espacio para el juicio hacia otros. Tal vez por eso inspiro tanta confianza y muchas personas se sienten cómodas contándome cualquier cosa, por atroz o privada que sea. 

Hay tantas cosas que no comprendo del mundo que algo que no se si pasará algún día es la sensación de creer que soy la única persona cuerda que existe y con esto tal vez yo misma habré pecado de soberbia, lo cual me da esperanza.

Reto Escribirme. Día 16: Clima imaginario



Bienvenidos a uno de mis hogares.

Sé que a varios no les gustará y eso está muy bien porque aunque hoy les abro las puertas, no es un lugar donde quiero que habiten muchas personas pero si eres alguien a quien le agrada esto y además te agrado yo, entonces tal vez te invite de nuevo.

En este lugar se respira frío. Un frío increíblemente agradable, intenso pero que no duele. Perfectamente puedes estar descubierto porque a pesar de lo gélido, los dedos de tus manos, tus pies, tu nariz y tus orejas se mantienen tibios. 

Desde que amanece hay un color entre gris y anaranjado. Siempre hay sol pero no es un sol intenso que ciega, es un sol cálido, como una foto en sepia o una tarde de otoño en el parque El retiro de Madrid, perfecto para caminar, para no pensar, para besar...

La brisa fría y cómoda te acaricia las mejillas, te hace sonreír, te trae sensaciones de calma y amor. 

Éste es tu lugar. Esas son las palabras que susurran en tu mente. Respiras profundo en un intento de poseer todo el aire que te envuelve. Las hojas secas y perfectas revolotean a tu alrededor, caen algunos copos de nieve, sigues caminando, no quieres parar, no tienes prisa, no vas a ningún lugar. El equilibrio perfecto. No sudas, no hay calor, no hay cansancio.
Estás realmente cómodo por primera vez en tu vida y solo ahora lo sabes.
Estás dónde tienes que estar.

Reto Escribirme. Día 15: Perros


Recordar en imágenes. Ese es el objetivo del reto del día 15 pero además, proponer que se escriba sobre uno de diez perros que han formado parte de nuestras vidas es, en cierto modo, rendirle un homenaje no solo a la memoria sino a esos amigos, miembros de la familia, que no tienen voz. Ellos que siempre están y son una parte tan importante de nosotros.

De mi lista de diez, quien más se me viene a la memoria es precisamente la que no fue mía. Recuerdo cuando llegó a casa de mis vecinos, era una bolita de pelos hermosa. La llamaron Coqueta y desde que llegó formó parte de nuestros juegos.

Recuerdo ese día, después de un año de su llegada. Yo tenía al rededor de nueve años, ese día mi mamá me fue a buscar al colegio. Llegando a casa me dijo "te tengo un sorpresa,vamos a comprarle un pote de helado a Coqueta porque ya está teniendo sus perritos"

Mi mamá compro helado de fresa. Llegamos a casa, yo estaba emocionada por ir a ver los perritos. Me cambie de ropa y fuimos. Cruzo la puerta, mis amigos no estaban, tal vez no habían llegado el colegio. "Todavía está en ese" dice la abuela de mis amigos. La sala esta desordenada como de costumbre. Hay papeles en la mesa del comedor. Coqueta está en el balcón junto con la mamá de mis amigos, que la ayuda. Me da un poco de miedo acercarme, camino lento sin separarme de mi mamá. "Ya va por 6 perritos, no sabemos cuanto más falta" 

En el balcón entra la luz del sol, es un día fresco. Coqueta esta echada en una manta, está totalmente mojada y temblando. La mamá de mis amigos la acaricia, la abuela se acerca con el tarro de helado y una cucharilla grande y le da a Coqueta quien apenas tiene fuerza para girar un poco la cabeza y lamer despacio pero con ansiedad. 

"En la madrugada se fue al cuarto, empujo la puerta y se metió debajo de la cama. Tuvimos que sacarla para que no tuviera los perritos ahí. Llamamos a la veterinaria pero justamente hoy no puede venir. A las 7 de la mañana empezaron a nacer pero no sabíamos que serían tantos. Una perra tan chiquita no debería tener tantos perritos"

Sentí miedo pero no sabía por qué. En el otro extremo del balcón había un espacio que había sido adaptado para Coqueta y sus cachorros. Había una cojín verde claro bastante grande, juguetes, y algunos periódicos. Todo estaba detrás de una tabla grande de madera con una puertita movible sobre la cual estaba escrito en letras rojas "COQUETA"

"Lógicamente al principio no dejaba que se acercara nadie pero ya después de varias horas y el cuarto perrito estaba agotada y Alexandra se acerco a ayudarla"

Ellas hablaban de pie detrás de mí. Alexandra, la mamá de mis amigos, seguía arrodillada al lado de Coqueta acariciándola y dándole helado. No había ido a trabajar ese día, no hablaba, solo estaba ahí, conectada con ella, a su disposición, a su servicio como buena matrona. Yo en el medio de eso viéndola fijo.

"El sexto perrito casi se muere, la pobre Coqueta ya no tenía fuerzas para pujar, Alexandra tuvo de meterle la mano y sacarlo y romper el saco, se lo puso a ella para que lo lamiera pero apenas si podía. El perrito no respiraba, tuvo que meterle el meñique, sacarle liquido y reanimarlo con los dedos hasta que respiró. Entonces se lo puso a un lado a Coqueta y con mucho esfuerzo se inclino para lamerlo y acariciarlo con su cabeza. ¡Que perra tan valiente! ¡Que orgullo! pero ojala ya termine pronto, pobre"

Sonó algo como un chillido suave, levanté la vista. No me había dado cuenta que los 6 perritos estaban en el cojín. ¡Eran horribles! Parecían ratas blancas. No caminaban, se arrastraban con los ojos cerrados, parecía que los tenían sellados y hacían un esfuerzo por abrirlos y no podían. La punta de sus patitas eran como pequeños muñoncitos rosados. Sus narices eran diminutas y también rosadas.

"No los vayas a tocar porque después Coqueta los rechaza" me dijo mi mamá. Créanme que no tenía la mínima intención de tocarlos pero curiosamente, aunque me impresionó ver como eran, también me inspiraban ternura. 

Nos fuimos a casa. Le pregunté a mi mamá por que habían mojado a coqueta, me dijo que nadie la había mojado, que era su sudor por todo el trabajo que estaba haciendo. Le pregunté a mi mamá por que los perritos eran así, sin casi pelo, arrastrándose, con los ojos sellados... Me dijo que así son todos los cachorritos cuando nacen y a los días abren los ojos, empiezan a tener fuerza para pararse, les sale más pelo...

"Ya verás..." me dijo.

Coqueta tuvo 2 perritos más ese día. Ocho en total, entre los cuales estaba mi querida Muñeca.

Fue el primer nacimiento que vi en mi vida, fue una muestra de amor incondicional entre una humana y una perra, fue ver la fuerza potente de la naturaleza que se abre paso a la vida. Recuerdo que en un momento, Coqueta y yo nos vimos fijo a los ojos, ella temblaba, empapada de sudor, sus ojos brillantes y cansados, sentí ganas de abrazarla pero ella con su mirada profunda me dijo "Todo está bien". No sé explicarlo pero esa mirada se me quedó grabada para siempre, la tengo tatuada en la mente y en el alma. Hasta ahora ninguna persona, y menos ningún otro animal, me ha dado una mirada como la que me dio ella ese día.

jueves, 6 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 14: De atrás para adelante


No sabía que hora era pero él ya estaba en mis brazos. 
"Déjalo un momento en el moisés para que nos ayudes a pasarla a la cama"
Cierro los ojos porque no quiero ver a nadie. Vamos por el pequeño pasillo saliendo de quirofano directo a la habitación.
Con esfuerzo me pasan a la camilla. 
"¿Puedes mover las piernas?" no puedo recogerlas y afincarlas pero si las muevo. 
"Estamos listos, ya vamos al cuarto"
Ansiedad. Mi doula me acaricia la cabeza, me dice palabras suaves al oído. 
Siento muchas ganas de vomitar.
"Ahora vamos a aspirar, vas a sentir molestia"
Realmente no lo vi pero ya quería que salieran para que él no viera mi cara de dolor.
- Sí...
- ¿Lo viste?
Entra papá con bebé en brazos, envuelto en mantas.
"Ya sacamos la placenta"
Bebé se va con papá a la habitación de al lado para que terminaran de examinarlo y vestirlo.
"Ven con nosotros, papá"
Papá cortó el cordón umbilical .
"Toma la tijera y corta aquí"
Pasa al rededor de un minuto.
Mi bebé va a mi pecho.
Unas manos lo levantan, pasa sobre la cortina que separa mi pecho y rostro del resto de mi cuerpo, tiene los ojos abiertos.
No se ve pero se escucha un breve llanto.
6:55 pm
"Aquí viene"
Siento presión en el vientre.
Se sienta a mi lado, me acaricia la cabeza, me toma la mano, me dice al oído cosas que no logro recordar.
Entra al quirófano
"Trae al papá"
Risas amables y conocidas que me dan tranquilidad.
"Te vamos a hacer la herida bien bajita porque eres flaquita y seguro te gusta usar biquinis pequeños en la playa"
Me acuesto.
No sentí la inyección.
Respiro profundo. 
Viene una contracción. 
Estoy entre sus brazos con la cabeza recostada en su pecho.
Mi hermosa doctora me abraza. 
Veo los instrumentos. Mi curiosidad es mayor que el miedo que me dan los implementos que se usan en quirofano.
Entro caminando. 
Creo que no lo logro pero trato de caminar derecha. El pequeño pasillo se me hace un poco largo. 
Salgo de la habitación.
Me quito los zarcillos, me seco las lagrimas y me levanto.
Me habla, me dice que hice todo lo que estuvo en mis manos y otras cosas más. 
Mi doula se arrodilla frente a mi.
"Dios lo quiere así" me dice mi mamá mientras me acaricia la espalda.
Me dice palabras bonitas.
Me toca la rodilla.
Me pregunta por qué lloro.
"Hay que hacer cesárea"
"Ya tiene 8 horas sin nada de liquido y no hemos avanzado. Llegaste a 4 cm hace bastante tiempo y no puedo decir que estas avanzando lento, simplemente no hay avance"
Mi bella doctora se arrodilla frente a mi, ya se lo que viene a decirme, entra al cuarto.
Miedo.
¡Vamos bebé, sí podemos!









Reto Escribirme. Día 13: Carta a mi yo del pasado


Esto también va a pasar.

Sé perfectamente que no le prestaras atención a ningún consejo que te dé y la verdad, no hay mucho que quiera decirte porque, hasta ahora, no me he arrepentido de nada de lo que he hecho o dejado de hacer, pero debes saber que esto que estas viviendo ahorita, sea lo que sea, va a pasar y debes dejarlo ir.

Cada momento alegre, en el que has creído que puedes con todo, en el que te has sentido profundamente enamorada, en el que te has sentido con fuerzas para comerte el mundo, pasará y aprenderás a soltarlo. Pero lo bueno es que también pasará cada momento en el que has creído que no puedes con tanto, en el que solo has deseado morir, cada momento de profundo dolor, en el que no has sabido qué hacer... Todo siempre pasará.

Cada una de tus decisiones nos ha traído hasta este momento, no puedo decirte si es un buen o mal momento porque hemos aprendido que realmente no hay nada bueno o malo, todo depende de como las miremos y asumamos (sí, así de hippie nos hemos vuelto). ¡Y aprenderás a amar tanto! Te amaras tanto a ti misma, a la vida en todas sus manifestaciones (sí, sé que ésto no me lo creerás) y a todo lo que te rodea que no temerás decirlo, así que no temas seguir el camino que creas mejor, incluso si te equivocas, ese camino es quién somos.

La vida es circular, a veces estamos arriba, a veces abajo, y eso aplica emocionalmente, físicamente, económicamente... Vendrán momentos aún más duros, aunque parezca imposible, pero pudimos y podemos con todo eso. También vendrán momentos tan hermosos que no te los puedo describir, tendrás que esperar a vivirlos.

Sé que crees que eres fuerte y firme como un roble... Hasta que nos rompa un rayo. Ahí aprenderás que fuerza y firmeza no significa ser rígida, al contrario, ser fuerte y firme significa al mismo tiempo ser flexibles, como el bambú a quien ni la tormenta más fuerte destroza fácilmente.

Te doy las gracias por cada paso dado y te recuerdo que "el camino es duro, muy duro, pero es el camino"

Aquí te espero en el futuro, vamos a sobrevivir. ¡Estoy sumamente orgullosa de ti! 

lunes, 3 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 12: El objeto



Buenas noches.
Los cité aquí hoy, a estas altas horas de la noche, porque se me pidió escribir sobre alguno de ustedes y como no quiero ser impositiva, me gustaría saber quién de ustedes desea hablar conmigo.

¿Nadie? Lampara, tu que prendes y apagas a veces con insistencia, como si tuvieras la necesidad de decirme algo, ¿Por qué tan callada ahora?. ¿Y tú, tal vez quieras agradecerme por no haberte botado aun cuando se terminó tu tinta hace tiempo?, o tal vez quieras rogarme que te bote porque ya no tienes ningún propósito... ¿nada? ¿Qué me dices tú? ¿Recuerdas cuando tenia 12 años y sin querer derrame pintura de uñas sobre ti? ¿te gustaría contarme como te sentiste? ¿y como te sientes ahora que tu dueña original no está y pasaste a ser mía?

- Yo hablaré.

- Esperaba que lo hicieras, por eso te saqué del baúl... Lamento lo de tu nariz, por cierto.
- Nada que disculpar, algo como yo no espera durar tanto tiempo, que a estas alturas solo me falte la nariz, no es inconveniente.
- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
- ¡Claro! tú eras una niña escuálida que se creía mayor de lo que era. Tenías una faldita azul cielo, una franela negra y una gorra. Estabas con tus padres. Mientras tu mamá veía sabanas y tu papá electrodomésticos, tú, con tus infulas de adolescente prematura, te alejaste y empezaste a caminar por la tienda. Sabía que nos verías y sabía que era posible que te llamáramos la atención, así que traté de acomodarme y resaltar.
- Recuerdo la caja en la que estaban todos amontonados. Me gustaron todos aunque no recuerdo a ninguno en especifico pero el que más me llamó la atención fuiste tú.
- No es cierto. Antes de mi, agarraste a otros. Agarraste a uno blanco con negro y a uno marrón.
- No lo recuerdo...
- Yo lo recuerdo a la perfección. Pensé que ya no me elegirías, estabas indecisa. Tú papá se acercó y te preguntó si te gustábamos, le dijiste que sí, tímidamente, y él te dijo que entonces agarraras uno que ya se iban. Echaste un nuevo vistazo y fue cuando me agarraste a mi. Tenias en una mano otro y en la otra a mí y finalmente, lo dejaste a él. ¡Fui tan feliz!, ¡lo recuerdo como si hubiera sido ayer!
- Pero fue hace casi 20 años. Llevamos casi 20 años juntos. Nos hemos mudado, hemos viajado, hemos acampado... ¡Te he llevado a tantos lugares conmigo!
- Te vi crecer. Te he visto sufrir, reír, he visto tu ira, he intentado consolarte tantas veces y decirte que no estabas sola. También te he visto hacer cosas que tal vez ningún juguete deba ver de su niño jamás.
- Lamento eso. Debo decir que tu también haz crecido muchísimo. Jamás pensé que hablarías como un peluche melancólico.
- Te dije que algo como yo, tan pequeño, que realmente no representa ningún juguete anhelado por un niño, de quien no se hace publicidad ni caricaturas, no tiene largas esperanzas de vida. Tal vez por eso soy melancólico. Pero no me malentiendas, estoy feliz de permanecer con vida y a tu lado, y ahora comparto con juguetes nuevos, aunque si te soy sincero, no me caen del todo bien, tal vez porque realmente no estoy hecho para jugar sino para adornar o acompañar pero tu niño es aún muy pequeño para entender eso.
- Y quien diría que después de tantos años de cuidarte, justo ahora llegara él a arrancarte la nariz.
- Deja de preocuparte por eso. ¿Que más quieres saber?
- Tantas cosas... Y al mismo tiempo nada. Tú vida también ha sido la mía y solo quiero agradecerte por permanecer siempre.
- ¿A donde más podía haber ido? y no lo digo porque sea un objeto inanimado y no haya podido escaparme porque créeme que los objetos encontramos maneras de desaparecer y hacer creer a nuestros dueños que ellos son unos desordenados o distraídos que nos perdieron, lo digo porque de verdad jamás quise ni he querido perderme ni desaparecerme. Soy más que tuyo, soy contigo.
- ¿Crees que le deba a los lectores una descripción tuya? para que al menos sepan qué eres.
- Si deseas realmente hacerlo, hazlo, pero no creo que haga falta. Esta conversación es intima, aunque sea leída por muchas otras personas, seguirá siendo intima. Es una complicidad entre tu y yo, como tantas otras, ésta madrugada nos susurramos, miras mis ojos negros y brillantes y yo los tuyos, no hace falta dar más explicaciones.

Reto Escribirme. Día 11: Recuerdo que...


Recuerdo que llegue a la habitación y estaba llena de gente y ella en su cama, tranquila, inerte. 
Recuerdo que la besé, la abrace, le di las gracias por muchas cosas y le dije que la amaba.
Recuerdo era la primera vez que tocaba un cadáver pero no estaba frío como me lo imaginaba, como dicen las películas, tampoco estaba rígido, ni tibio, solo... normal.

Recuerdo que casi se les cae mientras la sacaban en la bolsa negra, me vieron con miedo y vergüenza y les regresé una mirada y un gesto despreocupado, no me incomodó la situación ni me molestó, solo agradecí que yo era la única que estaba en ese momento para ver eso.

Recuerdo el último beso que le di, ya sobre la camilla de metal. Ella seguía sin estar fría ni rígida.

El sopor de la paz y lo irreal.

Recuerdo que un par de meses después, nació él. Era hermoso, ¡era vida!

Recuerdo que llegué a la habitación y estaba llena de gente y él en los brazos de su madre en la cama, tranquilo, seguro.
Recuerdo que lo cargue, lo abrace y le di las gracias por haber nacido, por convertirme en tía por primera vez. Le dije que lo amaba profundamente y que siempre estaría para él. No estaba calientito como me lo imaginaba, tampoco frío. No era tan aguado y frágil como pensé, era suave y firme, pesado y lleno de vida.

Recuerdo que no quise besarlo por temas de higiene, para protegerlo porque prometí que lo haría toda la vida.

El sopor de la paz y lo mágico.

Recuerdo que a ella no le dije que estaba embarazada porque sabía que ella sabía que no lo iba a conocer y eso la pondría muy triste. 

Recuerdo que un par de meses después, murió ella. 

Recuerdo que llegué a la habitación, no había nadie. Ella estaba en su cama, tranquila, inerte.
Recuerdo que la besé, la abrace, le di las gracias por muchas cosas y le dije que la amaba. Era la segunda vez que tocaba un cadáver, no estaba frío, ni rígido, ni tibio... Me quede con ella, solas las dos.
Recuerdo que mi mamá quería que no estuviera en la habitación porque, después de todo, era un cuerpo en descomposición y yo estaba embarazada. Permanecí ahí, hablando con ella y con mi bebé de apenas 10 semanas de vida. A ambos les decía que los amaba, di las gracias por la vida de ambos. A ella le decía que podía irse tranquila y a mi bebé le decía que se agarrara fuerte. 

Con ella despedí una vida, con él le di la bienvenida a otra.

Recuerdo cuando llegue a la habitación, no había nadie. La cama matrimonial perfectamente tendida, el moisés vació y las cortinas cerradas nos esperaban. Recuerdo que me senté en la cama, tenía algo de miedo pero estaba muy emocionada. La cama no estaba fría ni era dura como las típicas camas de hospitales o clínicas. Era suave y tibia. El ambiente era cálido. 

Recuerdo que él llego a la misma habitación 11 horas después. Llegó en brazos de su padre a los pocos minutos de haber nacido, yo llegué algunos minutos después. Nunca usó el hermoso moisés, siempre estuvo en mis brazos. Era tibio, suave, ¡mío!

El sopor de la paz, lo abrumador, lo mágico, lo irreal.