Recuerdo que llegue a la habitación y estaba llena de gente y ella en su cama, tranquila, inerte.
Recuerdo que la besé, la abrace, le di las gracias por muchas cosas y le dije que la amaba.
Recuerdo era la primera vez que tocaba un cadáver pero no estaba frío como me lo imaginaba, como dicen las películas, tampoco estaba rígido, ni tibio, solo... normal.
Recuerdo que casi se les cae mientras la sacaban en la bolsa negra, me vieron con miedo y vergüenza y les regresé una mirada y un gesto despreocupado, no me incomodó la situación ni me molestó, solo agradecí que yo era la única que estaba en ese momento para ver eso.
Recuerdo el último beso que le di, ya sobre la camilla de metal. Ella seguía sin estar fría ni rígida.
El sopor de la paz y lo irreal.
Recuerdo que un par de meses después, nació él. Era hermoso, ¡era vida!
Recuerdo que llegué a la habitación y estaba llena de gente y él en los brazos de su madre en la cama, tranquilo, seguro.
Recuerdo que lo cargue, lo abrace y le di las gracias por haber nacido, por convertirme en tía por primera vez. Le dije que lo amaba profundamente y que siempre estaría para él. No estaba calientito como me lo imaginaba, tampoco frío. No era tan aguado y frágil como pensé, era suave y firme, pesado y lleno de vida.
Recuerdo que no quise besarlo por temas de higiene, para protegerlo porque prometí que lo haría toda la vida.
El sopor de la paz y lo mágico.
Recuerdo que a ella no le dije que estaba embarazada porque sabía que ella sabía que no lo iba a conocer y eso la pondría muy triste.
Recuerdo que un par de meses después, murió ella.
Recuerdo que llegué a la habitación, no había nadie. Ella estaba en su cama, tranquila, inerte.
Recuerdo que la besé, la abrace, le di las gracias por muchas cosas y le dije que la amaba. Era la segunda vez que tocaba un cadáver, no estaba frío, ni rígido, ni tibio... Me quede con ella, solas las dos.
Recuerdo que mi mamá quería que no estuviera en la habitación porque, después de todo, era un cuerpo en descomposición y yo estaba embarazada. Permanecí ahí, hablando con ella y con mi bebé de apenas 10 semanas de vida. A ambos les decía que los amaba, di las gracias por la vida de ambos. A ella le decía que podía irse tranquila y a mi bebé le decía que se agarrara fuerte.
Con ella despedí una vida, con él le di la bienvenida a otra.
Recuerdo cuando llegue a la habitación, no había nadie. La cama matrimonial perfectamente tendida, el moisés vació y las cortinas cerradas nos esperaban. Recuerdo que me senté en la cama, tenía algo de miedo pero estaba muy emocionada. La cama no estaba fría ni era dura como las típicas camas de hospitales o clínicas. Era suave y tibia. El ambiente era cálido.
Recuerdo que él llego a la misma habitación 11 horas después. Llegó en brazos de su padre a los pocos minutos de haber nacido, yo llegué algunos minutos después. Nunca usó el hermoso moisés, siempre estuvo en mis brazos. Era tibio, suave, ¡mío!
El sopor de la paz, lo abrumador, lo mágico, lo irreal.
manten esta magia que tienes para conectar, es lo tuyo es tu zona, que lindos y tristes momentos
ResponderBorrarGracias!!! Me encanta hacerlo.
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