jueves, 26 de noviembre de 2020

El intruso

 Y cedimos. 
Él cedió a mis indirectas, yo cedi a su propuesta. 
Debo confesar que estaba nerviosa pero eso no me detuvo, jamás lo ha hecho. 
Era algo nuevo, algo excitante. Con cada beso me iba entregando más, con cada prenda caída también caían las paredes de la rutina en la que estaba atrapada desde hace tanto. 
En la vorágine del momento ya no había culpa, solo su aroma que impregnaba todo el aire y yo al borde de la locura.
De repente una visión terrible, grotesca.

   "Que-que"

Ese pequeño animal, con ojos saltones cuya mirada no me quitaba de encima.

   "Que-que"

Podía notar a través de su delgada y translúcida piel un diminuto corazón latiendo rápido.
Me observaba, sabía lo que estaba haciendo, me juzgaba por el pecado cometido.

   "Que-que"

Ese sonido infernal.
 
   "Que-que, que-que"

Sentía que mi corazón se aceleraba cada vez más y no era por el otro cuerpo que me acompañaba, era por el escurridizo animal que no solo continuaba con sus ojos clavados en los míos sino que además, me hablaba, me reprochaba, me preguntaba...

   "Que-que, que-que, que-que"

- ¡¿Que cosa?! ¡¿Que quieres?! ¡¿Quítate?! - grité con desprecio.

Mi compañero me observó con perplejidad. Trate de explicarle que no le grité a él, era el animal que nos observaba, que sabía lo que hacíamos, que nos amenazaba, nos retaba.

- Es inofensivo e insignificante, ni siquiera es el más imponente de su especie- Me dijo.

Él no veía lo que yo veía, a él no lo amenazaba con sus asquerosos y saltones ojos negros, a él no le decía...

   "Que-que, que-que, que-que"

La de la falta era yo, la imperdonable era yo. 

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, las náuseas se apoderaron de mí y aún así, no podía dejar de ver al animalejo.

   "Que-que, que-que, que-que, que-que"

- ¡¿Que-que qué?! ¡¿Qué quieres?!

El animalejo no salía de su estupor, no podía creer lo que estaban viendo sus terribles ojos, estoy segura de que me siguió hasta aquí, estoy segura de que sabe quién soy. 
Su diminuto corazón parecía ir cada vez más rápido al igual que el mío.
Cuando pensaba que no resistiría más, movió la cola y sacó la lengua.

¡Grité! Grité con todas mis fuerzas, grité con asco, con irá.

   "QUE-QUE, QUE-QUE, QUE-QUE, QUE-QUE, QUE-QUE"

Grito también el intruso.

- ¡Se acabó!, voy a llamar a mantenimiento para que maten ese animal, ¡no vengo más a este hotel!- dijo mi amante, alejándose de mí.

¿Era eso lo que quería ese diminuto y despreciable animal?, ¿Qué mi cuerpo estuviera tan frío como el de él?


Se salvó, se escurrió, pero sabe lo que vio. Cada noche escucho a lo lejos.

   "Que-que, que-que"

Está ahí afuera, recordándome mi secreto.

lunes, 24 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 20: Un lugar que amo

 


Me permitiré caer de brazos abiertos en lo ridículo y diré que el lugar que amo es entre tus brazos, ya que es donde no existe el tiempo, en dónde puedo permitirme ser realmente yo, dónde existe el clima perfecto, el aroma perfecto.

Luego de algunas perdidas importantes, materiales y espirituales, perdidas de cosas y personas que no me pertenecían realmente pero que mi ego lo ha sentido así, he entendido que el lugar que amo es aquel en el que me encuentre en paz conmigo misma. 

Han habido lugares geográficos en los que he encontrado esa paz, pero luego, en algún momento retorno buscándola y ya se ha ido y entonces me entero que la paz no se hallaba en ese lugar sino en quien era yo en aquel momento. 

Yo soy mi hogar, y sin embargo, cuantas veces he querido salir de mí, huir de mi misma.

Si hay algún lugar en el que puedo refugiarme incluso cuando quiero huir de mi, ese "lugar" eres tú. Tú que ya no puedes leer lo que escribo. Tú, el único abrazo que jamás me ha incomodado. 

Tu eres a quien anhelo volver. 

lunes, 10 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 18: Roturas y rupturas

 

Salte y caí mal. Sentí un dolor intenso que me subió por la pierna, la espalda y llego hasta el cuello y la cabeza, me sentí mareada, trague agua, me desorienté. Logre salir de la piscina, no podía afincar bien el pie. Fue el dedo medio del pie derecho. Me encerré, mordí una toalla, me estire el dedo y yo sola me lo entablille con una paleta de helado. Sude frío, casi de desmayo. No pude caminar bien por dos semanas, todos los dedos y parte del pie se pusieron morados, casi negros. Casi nadie lo supo ni lo sabe.

Siempre he sido cobarde, nunca he roto con nadie directamente. Mi "técnica" es hacer que la otra persona me odie tanto o se decepcione tanto de mi que me deje. Igual causo dolor pero al menos la otra persona no se siente botada sino que tomó una sabia decisión al dejarme y yo me libero de cierta responsabilidad. "... Todo hombre destruye lo que ama, el valiente con un beso, el cobarde con una espada"

Además de ese dedo y una que otra uña de vez en cuando, nada más se ha roto. 

No se los dije en persona. Solo me aleje, solo los saque de mi vida. Curiosamente, no me tiembla el pulso para sacar de mi vida amigos o conocidos. Ya no me sentía cómoda con ellos, ya no tenía nada más que dar, ni ellos a mi. Les agradezco su paso por mi vida, perdono cualquier molestia, dolor, incomodidad o resentimiento y los dejo ir.

Una sola vez he prometido ser fiel y rompí esa promesa. No he roto más promesas porque, en honor a la verdad, no suelo prometer nada. 

La ley la he roto varias veces pero nunca me han capturado. He roto confianzas, sueños ajenos, esperanzas y otras cosas que no so mías. 

Aunque lamento el dolor que cada rotura o ruptura ha causado, no me arrepiento de las decisiones tomadas.



Reto Escribirme. Día 19: Rituales matutinos

 

Despierto. Pienso en ella, pienso en él. Respiro profundo, cierro los ojos, trato de hacer memoria de los sueños que tuve, lo logro brevemente pero de inmediato me invaden cientos de pensamientos, respiro, doy un vuelta en la cama, me aturden los pensamientos, los mando a callar, respiro, otra vuelta, empieza el dolor de cabeza, respiro, abro los ojos nuevamente, doy vueltas por media o tal vez una hora más. Giro, lo veo, a veces lo quiero, a veces me pregunto qué hacemos aquí. Me levanto, voy al baño, hago pipí, me cepillo los dientes, lloro, a veces sin lagrimas, siempre tapandome la boca para que nadie escuche, respiro, agradezco por la vida de quienes amo, me veo al espejo, respiro, aún me duele la cabeza, me pongo la máscara del día.

Me abraza.

- Tengo hambre, mamá.

- Buenos días, mi amor. Ya te preparo desayuno.

- No, tú no, mi abuelo.

- Deja a tu abuelo quieto.

Lo veo de espaldas, lo amo, me dan ganas de llorar de nuevo, respiro para que no se note, sonrío.

- Hola, hija, ¿quieres café?

- No, papi, gracias.

Lo abrazo. Respiro. Pensandolo bien, sí quiero café. 

Empezó el día.

Reto Escribirme. Día 17: Algo que no

 

Algo que no... Algo que no me gusta, algo de lo que quiera quejarme. No lo sé. Tal vez precisamente algo que no suelo hacer es quejarme. Claro que hay cosas que me incomodan, claro que hay cosas que me molestan pero algo que no logro entender es precisamente a las personas que se quejan por todo y a quienes todo les molesta, personas que parecieran odiarlo todo. Personas que absolutamente todo lo critican. Son tan soberbios que quieren acabar con medio mundo, odian el lugar en el que nacieron, detestan a personas que consideran de algún modo ignorantes, creen que tienen una inteligencia superior y están confiados en que tienen la razón. 

La verdad es que por mi mente pasan tantas cosas y hay tanto que aprender y sanar en mi vida que no queda espacio para el juicio hacia otros. Tal vez por eso inspiro tanta confianza y muchas personas se sienten cómodas contándome cualquier cosa, por atroz o privada que sea. 

Hay tantas cosas que no comprendo del mundo que algo que no se si pasará algún día es la sensación de creer que soy la única persona cuerda que existe y con esto tal vez yo misma habré pecado de soberbia, lo cual me da esperanza.

Reto Escribirme. Día 16: Clima imaginario



Bienvenidos a uno de mis hogares.

Sé que a varios no les gustará y eso está muy bien porque aunque hoy les abro las puertas, no es un lugar donde quiero que habiten muchas personas pero si eres alguien a quien le agrada esto y además te agrado yo, entonces tal vez te invite de nuevo.

En este lugar se respira frío. Un frío increíblemente agradable, intenso pero que no duele. Perfectamente puedes estar descubierto porque a pesar de lo gélido, los dedos de tus manos, tus pies, tu nariz y tus orejas se mantienen tibios. 

Desde que amanece hay un color entre gris y anaranjado. Siempre hay sol pero no es un sol intenso que ciega, es un sol cálido, como una foto en sepia o una tarde de otoño en el parque El retiro de Madrid, perfecto para caminar, para no pensar, para besar...

La brisa fría y cómoda te acaricia las mejillas, te hace sonreír, te trae sensaciones de calma y amor. 

Éste es tu lugar. Esas son las palabras que susurran en tu mente. Respiras profundo en un intento de poseer todo el aire que te envuelve. Las hojas secas y perfectas revolotean a tu alrededor, caen algunos copos de nieve, sigues caminando, no quieres parar, no tienes prisa, no vas a ningún lugar. El equilibrio perfecto. No sudas, no hay calor, no hay cansancio.
Estás realmente cómodo por primera vez en tu vida y solo ahora lo sabes.
Estás dónde tienes que estar.

Reto Escribirme. Día 15: Perros


Recordar en imágenes. Ese es el objetivo del reto del día 15 pero además, proponer que se escriba sobre uno de diez perros que han formado parte de nuestras vidas es, en cierto modo, rendirle un homenaje no solo a la memoria sino a esos amigos, miembros de la familia, que no tienen voz. Ellos que siempre están y son una parte tan importante de nosotros.

De mi lista de diez, quien más se me viene a la memoria es precisamente la que no fue mía. Recuerdo cuando llegó a casa de mis vecinos, era una bolita de pelos hermosa. La llamaron Coqueta y desde que llegó formó parte de nuestros juegos.

Recuerdo ese día, después de un año de su llegada. Yo tenía al rededor de nueve años, ese día mi mamá me fue a buscar al colegio. Llegando a casa me dijo "te tengo un sorpresa,vamos a comprarle un pote de helado a Coqueta porque ya está teniendo sus perritos"

Mi mamá compro helado de fresa. Llegamos a casa, yo estaba emocionada por ir a ver los perritos. Me cambie de ropa y fuimos. Cruzo la puerta, mis amigos no estaban, tal vez no habían llegado el colegio. "Todavía está en ese" dice la abuela de mis amigos. La sala esta desordenada como de costumbre. Hay papeles en la mesa del comedor. Coqueta está en el balcón junto con la mamá de mis amigos, que la ayuda. Me da un poco de miedo acercarme, camino lento sin separarme de mi mamá. "Ya va por 6 perritos, no sabemos cuanto más falta" 

En el balcón entra la luz del sol, es un día fresco. Coqueta esta echada en una manta, está totalmente mojada y temblando. La mamá de mis amigos la acaricia, la abuela se acerca con el tarro de helado y una cucharilla grande y le da a Coqueta quien apenas tiene fuerza para girar un poco la cabeza y lamer despacio pero con ansiedad. 

"En la madrugada se fue al cuarto, empujo la puerta y se metió debajo de la cama. Tuvimos que sacarla para que no tuviera los perritos ahí. Llamamos a la veterinaria pero justamente hoy no puede venir. A las 7 de la mañana empezaron a nacer pero no sabíamos que serían tantos. Una perra tan chiquita no debería tener tantos perritos"

Sentí miedo pero no sabía por qué. En el otro extremo del balcón había un espacio que había sido adaptado para Coqueta y sus cachorros. Había una cojín verde claro bastante grande, juguetes, y algunos periódicos. Todo estaba detrás de una tabla grande de madera con una puertita movible sobre la cual estaba escrito en letras rojas "COQUETA"

"Lógicamente al principio no dejaba que se acercara nadie pero ya después de varias horas y el cuarto perrito estaba agotada y Alexandra se acerco a ayudarla"

Ellas hablaban de pie detrás de mí. Alexandra, la mamá de mis amigos, seguía arrodillada al lado de Coqueta acariciándola y dándole helado. No había ido a trabajar ese día, no hablaba, solo estaba ahí, conectada con ella, a su disposición, a su servicio como buena matrona. Yo en el medio de eso viéndola fijo.

"El sexto perrito casi se muere, la pobre Coqueta ya no tenía fuerzas para pujar, Alexandra tuvo de meterle la mano y sacarlo y romper el saco, se lo puso a ella para que lo lamiera pero apenas si podía. El perrito no respiraba, tuvo que meterle el meñique, sacarle liquido y reanimarlo con los dedos hasta que respiró. Entonces se lo puso a un lado a Coqueta y con mucho esfuerzo se inclino para lamerlo y acariciarlo con su cabeza. ¡Que perra tan valiente! ¡Que orgullo! pero ojala ya termine pronto, pobre"

Sonó algo como un chillido suave, levanté la vista. No me había dado cuenta que los 6 perritos estaban en el cojín. ¡Eran horribles! Parecían ratas blancas. No caminaban, se arrastraban con los ojos cerrados, parecía que los tenían sellados y hacían un esfuerzo por abrirlos y no podían. La punta de sus patitas eran como pequeños muñoncitos rosados. Sus narices eran diminutas y también rosadas.

"No los vayas a tocar porque después Coqueta los rechaza" me dijo mi mamá. Créanme que no tenía la mínima intención de tocarlos pero curiosamente, aunque me impresionó ver como eran, también me inspiraban ternura. 

Nos fuimos a casa. Le pregunté a mi mamá por que habían mojado a coqueta, me dijo que nadie la había mojado, que era su sudor por todo el trabajo que estaba haciendo. Le pregunté a mi mamá por que los perritos eran así, sin casi pelo, arrastrándose, con los ojos sellados... Me dijo que así son todos los cachorritos cuando nacen y a los días abren los ojos, empiezan a tener fuerza para pararse, les sale más pelo...

"Ya verás..." me dijo.

Coqueta tuvo 2 perritos más ese día. Ocho en total, entre los cuales estaba mi querida Muñeca.

Fue el primer nacimiento que vi en mi vida, fue una muestra de amor incondicional entre una humana y una perra, fue ver la fuerza potente de la naturaleza que se abre paso a la vida. Recuerdo que en un momento, Coqueta y yo nos vimos fijo a los ojos, ella temblaba, empapada de sudor, sus ojos brillantes y cansados, sentí ganas de abrazarla pero ella con su mirada profunda me dijo "Todo está bien". No sé explicarlo pero esa mirada se me quedó grabada para siempre, la tengo tatuada en la mente y en el alma. Hasta ahora ninguna persona, y menos ningún otro animal, me ha dado una mirada como la que me dio ella ese día.

jueves, 6 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 14: De atrás para adelante


No sabía que hora era pero él ya estaba en mis brazos. 
"Déjalo un momento en el moisés para que nos ayudes a pasarla a la cama"
Cierro los ojos porque no quiero ver a nadie. Vamos por el pequeño pasillo saliendo de quirofano directo a la habitación.
Con esfuerzo me pasan a la camilla. 
"¿Puedes mover las piernas?" no puedo recogerlas y afincarlas pero si las muevo. 
"Estamos listos, ya vamos al cuarto"
Ansiedad. Mi doula me acaricia la cabeza, me dice palabras suaves al oído. 
Siento muchas ganas de vomitar.
"Ahora vamos a aspirar, vas a sentir molestia"
Realmente no lo vi pero ya quería que salieran para que él no viera mi cara de dolor.
- Sí...
- ¿Lo viste?
Entra papá con bebé en brazos, envuelto en mantas.
"Ya sacamos la placenta"
Bebé se va con papá a la habitación de al lado para que terminaran de examinarlo y vestirlo.
"Ven con nosotros, papá"
Papá cortó el cordón umbilical .
"Toma la tijera y corta aquí"
Pasa al rededor de un minuto.
Mi bebé va a mi pecho.
Unas manos lo levantan, pasa sobre la cortina que separa mi pecho y rostro del resto de mi cuerpo, tiene los ojos abiertos.
No se ve pero se escucha un breve llanto.
6:55 pm
"Aquí viene"
Siento presión en el vientre.
Se sienta a mi lado, me acaricia la cabeza, me toma la mano, me dice al oído cosas que no logro recordar.
Entra al quirófano
"Trae al papá"
Risas amables y conocidas que me dan tranquilidad.
"Te vamos a hacer la herida bien bajita porque eres flaquita y seguro te gusta usar biquinis pequeños en la playa"
Me acuesto.
No sentí la inyección.
Respiro profundo. 
Viene una contracción. 
Estoy entre sus brazos con la cabeza recostada en su pecho.
Mi hermosa doctora me abraza. 
Veo los instrumentos. Mi curiosidad es mayor que el miedo que me dan los implementos que se usan en quirofano.
Entro caminando. 
Creo que no lo logro pero trato de caminar derecha. El pequeño pasillo se me hace un poco largo. 
Salgo de la habitación.
Me quito los zarcillos, me seco las lagrimas y me levanto.
Me habla, me dice que hice todo lo que estuvo en mis manos y otras cosas más. 
Mi doula se arrodilla frente a mi.
"Dios lo quiere así" me dice mi mamá mientras me acaricia la espalda.
Me dice palabras bonitas.
Me toca la rodilla.
Me pregunta por qué lloro.
"Hay que hacer cesárea"
"Ya tiene 8 horas sin nada de liquido y no hemos avanzado. Llegaste a 4 cm hace bastante tiempo y no puedo decir que estas avanzando lento, simplemente no hay avance"
Mi bella doctora se arrodilla frente a mi, ya se lo que viene a decirme, entra al cuarto.
Miedo.
¡Vamos bebé, sí podemos!









Reto Escribirme. Día 13: Carta a mi yo del pasado


Esto también va a pasar.

Sé perfectamente que no le prestaras atención a ningún consejo que te dé y la verdad, no hay mucho que quiera decirte porque, hasta ahora, no me he arrepentido de nada de lo que he hecho o dejado de hacer, pero debes saber que esto que estas viviendo ahorita, sea lo que sea, va a pasar y debes dejarlo ir.

Cada momento alegre, en el que has creído que puedes con todo, en el que te has sentido profundamente enamorada, en el que te has sentido con fuerzas para comerte el mundo, pasará y aprenderás a soltarlo. Pero lo bueno es que también pasará cada momento en el que has creído que no puedes con tanto, en el que solo has deseado morir, cada momento de profundo dolor, en el que no has sabido qué hacer... Todo siempre pasará.

Cada una de tus decisiones nos ha traído hasta este momento, no puedo decirte si es un buen o mal momento porque hemos aprendido que realmente no hay nada bueno o malo, todo depende de como las miremos y asumamos (sí, así de hippie nos hemos vuelto). ¡Y aprenderás a amar tanto! Te amaras tanto a ti misma, a la vida en todas sus manifestaciones (sí, sé que ésto no me lo creerás) y a todo lo que te rodea que no temerás decirlo, así que no temas seguir el camino que creas mejor, incluso si te equivocas, ese camino es quién somos.

La vida es circular, a veces estamos arriba, a veces abajo, y eso aplica emocionalmente, físicamente, económicamente... Vendrán momentos aún más duros, aunque parezca imposible, pero pudimos y podemos con todo eso. También vendrán momentos tan hermosos que no te los puedo describir, tendrás que esperar a vivirlos.

Sé que crees que eres fuerte y firme como un roble... Hasta que nos rompa un rayo. Ahí aprenderás que fuerza y firmeza no significa ser rígida, al contrario, ser fuerte y firme significa al mismo tiempo ser flexibles, como el bambú a quien ni la tormenta más fuerte destroza fácilmente.

Te doy las gracias por cada paso dado y te recuerdo que "el camino es duro, muy duro, pero es el camino"

Aquí te espero en el futuro, vamos a sobrevivir. ¡Estoy sumamente orgullosa de ti! 

lunes, 3 de agosto de 2020

Reto Escribirme. Día 12: El objeto



Buenas noches.
Los cité aquí hoy, a estas altas horas de la noche, porque se me pidió escribir sobre alguno de ustedes y como no quiero ser impositiva, me gustaría saber quién de ustedes desea hablar conmigo.

¿Nadie? Lampara, tu que prendes y apagas a veces con insistencia, como si tuvieras la necesidad de decirme algo, ¿Por qué tan callada ahora?. ¿Y tú, tal vez quieras agradecerme por no haberte botado aun cuando se terminó tu tinta hace tiempo?, o tal vez quieras rogarme que te bote porque ya no tienes ningún propósito... ¿nada? ¿Qué me dices tú? ¿Recuerdas cuando tenia 12 años y sin querer derrame pintura de uñas sobre ti? ¿te gustaría contarme como te sentiste? ¿y como te sientes ahora que tu dueña original no está y pasaste a ser mía?

- Yo hablaré.

- Esperaba que lo hicieras, por eso te saqué del baúl... Lamento lo de tu nariz, por cierto.
- Nada que disculpar, algo como yo no espera durar tanto tiempo, que a estas alturas solo me falte la nariz, no es inconveniente.
- ¿Recuerdas cuando nos conocimos?
- ¡Claro! tú eras una niña escuálida que se creía mayor de lo que era. Tenías una faldita azul cielo, una franela negra y una gorra. Estabas con tus padres. Mientras tu mamá veía sabanas y tu papá electrodomésticos, tú, con tus infulas de adolescente prematura, te alejaste y empezaste a caminar por la tienda. Sabía que nos verías y sabía que era posible que te llamáramos la atención, así que traté de acomodarme y resaltar.
- Recuerdo la caja en la que estaban todos amontonados. Me gustaron todos aunque no recuerdo a ninguno en especifico pero el que más me llamó la atención fuiste tú.
- No es cierto. Antes de mi, agarraste a otros. Agarraste a uno blanco con negro y a uno marrón.
- No lo recuerdo...
- Yo lo recuerdo a la perfección. Pensé que ya no me elegirías, estabas indecisa. Tú papá se acercó y te preguntó si te gustábamos, le dijiste que sí, tímidamente, y él te dijo que entonces agarraras uno que ya se iban. Echaste un nuevo vistazo y fue cuando me agarraste a mi. Tenias en una mano otro y en la otra a mí y finalmente, lo dejaste a él. ¡Fui tan feliz!, ¡lo recuerdo como si hubiera sido ayer!
- Pero fue hace casi 20 años. Llevamos casi 20 años juntos. Nos hemos mudado, hemos viajado, hemos acampado... ¡Te he llevado a tantos lugares conmigo!
- Te vi crecer. Te he visto sufrir, reír, he visto tu ira, he intentado consolarte tantas veces y decirte que no estabas sola. También te he visto hacer cosas que tal vez ningún juguete deba ver de su niño jamás.
- Lamento eso. Debo decir que tu también haz crecido muchísimo. Jamás pensé que hablarías como un peluche melancólico.
- Te dije que algo como yo, tan pequeño, que realmente no representa ningún juguete anhelado por un niño, de quien no se hace publicidad ni caricaturas, no tiene largas esperanzas de vida. Tal vez por eso soy melancólico. Pero no me malentiendas, estoy feliz de permanecer con vida y a tu lado, y ahora comparto con juguetes nuevos, aunque si te soy sincero, no me caen del todo bien, tal vez porque realmente no estoy hecho para jugar sino para adornar o acompañar pero tu niño es aún muy pequeño para entender eso.
- Y quien diría que después de tantos años de cuidarte, justo ahora llegara él a arrancarte la nariz.
- Deja de preocuparte por eso. ¿Que más quieres saber?
- Tantas cosas... Y al mismo tiempo nada. Tú vida también ha sido la mía y solo quiero agradecerte por permanecer siempre.
- ¿A donde más podía haber ido? y no lo digo porque sea un objeto inanimado y no haya podido escaparme porque créeme que los objetos encontramos maneras de desaparecer y hacer creer a nuestros dueños que ellos son unos desordenados o distraídos que nos perdieron, lo digo porque de verdad jamás quise ni he querido perderme ni desaparecerme. Soy más que tuyo, soy contigo.
- ¿Crees que le deba a los lectores una descripción tuya? para que al menos sepan qué eres.
- Si deseas realmente hacerlo, hazlo, pero no creo que haga falta. Esta conversación es intima, aunque sea leída por muchas otras personas, seguirá siendo intima. Es una complicidad entre tu y yo, como tantas otras, ésta madrugada nos susurramos, miras mis ojos negros y brillantes y yo los tuyos, no hace falta dar más explicaciones.

Reto Escribirme. Día 11: Recuerdo que...


Recuerdo que llegue a la habitación y estaba llena de gente y ella en su cama, tranquila, inerte. 
Recuerdo que la besé, la abrace, le di las gracias por muchas cosas y le dije que la amaba.
Recuerdo era la primera vez que tocaba un cadáver pero no estaba frío como me lo imaginaba, como dicen las películas, tampoco estaba rígido, ni tibio, solo... normal.

Recuerdo que casi se les cae mientras la sacaban en la bolsa negra, me vieron con miedo y vergüenza y les regresé una mirada y un gesto despreocupado, no me incomodó la situación ni me molestó, solo agradecí que yo era la única que estaba en ese momento para ver eso.

Recuerdo el último beso que le di, ya sobre la camilla de metal. Ella seguía sin estar fría ni rígida.

El sopor de la paz y lo irreal.

Recuerdo que un par de meses después, nació él. Era hermoso, ¡era vida!

Recuerdo que llegué a la habitación y estaba llena de gente y él en los brazos de su madre en la cama, tranquilo, seguro.
Recuerdo que lo cargue, lo abrace y le di las gracias por haber nacido, por convertirme en tía por primera vez. Le dije que lo amaba profundamente y que siempre estaría para él. No estaba calientito como me lo imaginaba, tampoco frío. No era tan aguado y frágil como pensé, era suave y firme, pesado y lleno de vida.

Recuerdo que no quise besarlo por temas de higiene, para protegerlo porque prometí que lo haría toda la vida.

El sopor de la paz y lo mágico.

Recuerdo que a ella no le dije que estaba embarazada porque sabía que ella sabía que no lo iba a conocer y eso la pondría muy triste. 

Recuerdo que un par de meses después, murió ella. 

Recuerdo que llegué a la habitación, no había nadie. Ella estaba en su cama, tranquila, inerte.
Recuerdo que la besé, la abrace, le di las gracias por muchas cosas y le dije que la amaba. Era la segunda vez que tocaba un cadáver, no estaba frío, ni rígido, ni tibio... Me quede con ella, solas las dos.
Recuerdo que mi mamá quería que no estuviera en la habitación porque, después de todo, era un cuerpo en descomposición y yo estaba embarazada. Permanecí ahí, hablando con ella y con mi bebé de apenas 10 semanas de vida. A ambos les decía que los amaba, di las gracias por la vida de ambos. A ella le decía que podía irse tranquila y a mi bebé le decía que se agarrara fuerte. 

Con ella despedí una vida, con él le di la bienvenida a otra.

Recuerdo cuando llegue a la habitación, no había nadie. La cama matrimonial perfectamente tendida, el moisés vació y las cortinas cerradas nos esperaban. Recuerdo que me senté en la cama, tenía algo de miedo pero estaba muy emocionada. La cama no estaba fría ni era dura como las típicas camas de hospitales o clínicas. Era suave y tibia. El ambiente era cálido. 

Recuerdo que él llego a la misma habitación 11 horas después. Llegó en brazos de su padre a los pocos minutos de haber nacido, yo llegué algunos minutos después. Nunca usó el hermoso moisés, siempre estuvo en mis brazos. Era tibio, suave, ¡mío!

El sopor de la paz, lo abrumador, lo mágico, lo irreal.



jueves, 30 de julio de 2020

Reto Escribirme. Día 10 Anuncio




Me encantaba andar a pie, me gustaba mucho caminar pero ahora me avergüenza.
¡Me he dado cuenta de que realmente no sé caminar!

Me he dado cuenta de una forma cruel, ya que hubiera preferido que me lo hubiera dicho mi esposa o algún amigo, pero no, ¡me he enterado por un anuncio de televisión! ¡insólito!

Estaba recostado en mi sillón luego de cenar, como de costumbre, y de repente apareció.

¿Está cansado de que todos odien su manera de caminar?

Curioso - pensé- ¿quién podría odiar la manera de caminar de otra persona?

Tal vez usted no lo sepa pero puede que usted no sepa caminar. Si usted está convencido de que sabe caminar, respondase estas simples preguntas

Reconozco que me asusté. Me senté derecho y atento al cuestionario. ¿Será posible?

1. ¿Le gusta caminar pero nota que otros prefieren ir en carro o poner alguna excusa cuando usted les pide que caminen con usted?

Sí, siempre me pasa, creo que porque son flojos.

2. ¿ Cuando va caminando, nota que con frecuencia lo sobrepasan con rapidez personas que van detrás de usted y cuando lo hacen murmuran alguna cosa inentendible?

¡Pero claro! porque van apurados... Pero eso no es mi culpa.

3. ¿ Muchas veces, sin querer, le saca el zapato a la persona que va caminando delante de usted?

...

4. ¿Con frecuencia "lo tropiezan" cuando va caminando?

Es que hay personas mal educadas, eso pasa.

Tal vez ahora esté pensando cosas como que los demás son flojos, mal educados, usan zapatos más grandes de lo que deben o siempre llevan prisa, ¡No se engañe más, amigo mío, amiga mía! Lo cierto es que usted no sabe caminar.
¡Pero no sé preocupe! porque pensando en usted, tenemos la solución.
El manual y guía completa "Pasito a pasito"

¡Pero qué vergüenza! Es cierto, en el fondo lo sabía, siempre quise creer que no era yo, quitarme responsabilidad, pero es cierto, no sé caminar.

En el manual y guía completa "Pasito a pasito" usted encontrará instrucciones claras y sencillas para llevar una vida normal y evitarle incomodidades a otras personas cuando usted sale a caminar. Le permitirá tener una vida más feliz, placentera y saludable ya que evitará que alguien con poca paciencia le propine un puñetazo por no saber caminar e interrumpir y dificultar su paso.  

¡Vaya que he tenido suerte! gracias a Dios nunca me ha pasado eso pero creo que ha estado cerca de pasar.

Además, le adicionaremos un DVD completo con ejemplos de buenas maneras de caminar, por ejemplo, usted aprenderá que si va caminando en una acera angosta, debe hacerlo a buen ritmo y procurando ir siempre en linea recta, evitando zigzagueos innecesarios, ir hablando por teléfono, enviando mensajes de texto o alguna otra actividad que lo distraiga de su misión de caminar, evitando así que las personas que van detrás de usted se incomoden, molesten y quieran sobrepasarlo y soltarle algún insulto entre dientes

¡Válgame Dios! ¡Así que lo que murmuran cuando me sobrepasan son insultos! ¡¿Quién lo hubiera pensado?!

¡Y aún hay más! Si marca ahora al número que aparece en pantalla, le adicionaremos un DVD extra en el que se explica de forma práctica y sencilla todo lo que necesita saber para subir y bajar escaleras. Cada día los accidentes en escaleras matan a millones de victimas en manos de quienes sí saben subirlas y bajarlas pero no tienen la pedagogía ni paciencia para explicarles a otros como hacerlo. ¡No sea una de esas victimas! ¡No se convierta en una estadística más! ¡Usted debe pensar en usted y en su familia!

¡Oh Dios mío! ¡Es cierto, es cierto! ¡Teresa, tráeme el teléfono ya mismo! ¡Corre, mujer, que es de vida o muerte!

¡No deje pasar esta oportunidad! ¡Por su salud! ¡Por su bienestar! ¡Por una vida más feliz! ¡Llame ahora!

Pero claro que llamé. Hace días que espero mis guías, mientras tanto no he salido de casa. Mi mujer me manda a comprar el pan, me pregunta que cuando voy a salir de la cada de una buena vez. Tal vez y si Dios lo permite, pronto inventaran un manual de convivencia para el hogar, para que enseñen como hacer para que la esposa no quiera deshacerse del marido que tiene que pasar el día encerrado, pero por ahora, espero que llegue pronto el manual para aprender a caminar y no seguir poniendo mi vida en peligro cada vez que salgo a dar una vuelta.







Reto Escribirme. Día 9: Enamoramiento


¡Se sentía hermosa!
Estaba hermosa. Estaba estrenando una mini falda roja, tenía unos tacones hermosos, delicados, no muy altos y camisa blanca con rayas rojas. Pocos accesorios, elegantes. Maquillaje sutil pero profundo y actitud, mucha actitud.

Como siempre lo hizo y lo siguió haciendo toda su vida, se vistió para ella, para nadie más. Iba a la fiesta sorpresa de una señora que cumplía 50 años, compañera de trabajo de su mamá. No conocía a nadie ni esperaba hacerlo, ella solo se animó a ir para estrenar su mini falda, tomarse algunos tragos y pasar el rato.

El encuentro fue de película. Él entró por la puerta del local, ella iba bajando unos pequeños escalones que estaban frente a la puerta pero a cierta distancia y separaban la pista de baile de la barra. Su mirada penetrante la hizo voltear, cruzaron miradas por un segundo, hasta que otras personas se atravesaron, saludándolo a él y a su acompañante.

"Es un chico muy guapo" pensó ella, y no le dio más importancia, después de todo, no había ido buscando conocer a nadie.

Él estaba vestido con un suéter cuello de tortuga gris oscuro, pantalón negro de vestir, ojos color miel, piel morena y una sonrisa cautivadora.

Él se esforzó por conocerla. La buscaba con la mirada, se sentó en una mesa cercana a la de ella, encontró la manera de que alguien los presentara, pero ella seguía resistiéndose, procurando un falso desinterés porque lo cierto era que a ella también le había gustado desde que lo vio entrar por la puerta.

En algún momento de la noche, ambos ya aburridos del ambiente, decidieron salir a tomar aire, cada uno por su cuenta. Por supuesto, cuando dos personas están destinadas a ser, todo confabula.

En esa noche, desde ese primer encuentro de miradas, nació una historia de amor que duró toda la vida. No se casaron, no tuvieron hijos, al menos no el uno con el otro, pero se amaron muchísimo. Tenían una conexión especial en la que no existía tiempo ni distancia. Aún cuando al pasar el tiempo cada uno tomo rumbos distintos, siempre había un lugar en común en sus recuerdos y, a veces, en alguna pequeña ciudad del mundo en la que coincidían.

Enamoramiento o amor real, no lo sabremos jamás, pero cada vez que se piensan surge una sonrisa cálida y nadie sabe por qué.



Reto Escribirme. Día 8: Fuera del cuadro




3 años estudiando en el instituto, 5 en la universidad. Me esforcé por ser el mejor, ¡y lo fui! Me gané una beca para estudiar en EEUU, trabajé con grandes artistas. Soñaba con ser el mejor fotógrafo de la era.

- Ya despierta, Carlos, vas a llegar tarde al trabajo.

Detesto escuchar mi nombre, a veces pienso que alguien con un nombre tan simplón no podría ser realmente alguien. Realmente lo que detesto es mi vida. ¿En que momento llegué aquí? Un día estoy a un paso de ser expuesto en el MoMa y al otro estoy trabajando en el fotoestudio de un viejo mañoso, sacando fotos de pasaportes y a niños feos y odiosos, a quienes solo sus madres podrían ver con gracia. 

Un día más. Abro la santamaría, enciendo los equipos, la maquina de café de primero. Me siento, como todos los días, a ver a través del vidrio. Pasan personas apuradas de un lado a otro, a una mujer se le rompe el tacón y maldice, un hombre compra un cigarro detallado y un café, un niño uniformado, llorando, siendo casi arrastrado por su apresurada madre. Cada día lo mismo.

Entra una señora risueña, apurada, como todos los que vienen a un fotoestudio en estos días. Apuesto, necesita fotos carnet lo más rápido posible.

- ¿Está sacando fotos carnet?

La veo fijo y serio. No le respondo nada porque el señor Pascual ya me advirtió muchas veces que no podía tratar mal a los clientes pero mi mirada la juzga y le responde todo y más de lo que no puedo decirle con palabras. La señora risueña parece no molestarse.

- ¡Que boba! claro que saca fotos carnet, ¡que pregunta la mía! pero claro, pregunto porque no sé si ya empezó a trabajar hoy... Bueno, si ya está abierto es porque ya empezó a trabajar hoy ¿verdad, señor? Yo soy así, a veces pregunto cosas tontas.

Es de esas señoras a las que les encanta hablar. Aunque me molesta, admiro su energía y buen humor. Tal vez ella si ha realizado sus sueños y no está atrapada en un trabajo de mierda como yo.

- Tenemos combos de 6 y 8 fotos carnet -la interrumpo.
- Solo necesito unas 4.
- Entonces pague el de 6.
- Déjeme pensar, tal vez necesite más...
- Pague el de 8 entonces y luego ve.
- Sí... está bien, si a usted le parece...
- A mi no me parece nada, señora, yo solo tomo las fotos, no sé para que las va a usar usted.
- Déjeme pensar, es que no deja de hablarme y no me deja pensar cuantas necesito.

¡Yo no la dejo pensar!, ¡Yo no  dejo de hablarle! Las personas que hablan en exceso no toleran escuchar otra voz que no sea la suya. Aunque, ciertamente, escuchar mi voz pedante debe intimidar a cualquiera. Me alejo para "dejarla pensar".

- ¡Señor!, ¡venga!, ya sé.

Si me dice que vuelve más tarde juro que me suicido.

-Voy a elegir el paquete de 8 fotos. ¿Son instantáneas?
- No.
- Oh... ok....

Perfectamente podrían ser instantáneas, solo le dije que no para molestarla pero a esta señora parece no molestarle nada, o tal vez a mí me molesta todo, desde la más mínima banalidad y por eso creo que otras personas serán tan amargadas como yo.

- ¿Algún fondo especial?
- No entiendo.

Entiendo que no entienda, yo mismo no entiendo una pregunta tan estúpida. Si fuera una sesión de fotos que fuera a salir en la portada de una revista, tal vez buscaríamos un escenario realmente especial, posiblemente en exteriores, tendríamos maquillistas, directores de iluminación, de vestuario...

- Que si la necesita fondo blanco.
- Ah... da igual, creo. Puede dejar ese fondo azul. Aunque se ve un poco sucio.
- Eso no se nota en la foto, señora.

Fue la única cliente ese día. Susan Sontag decía que fotografiar es un acto de violación, es apropiarse de lo fotografiado. Ojala pudiera absorber algo de la energía de vida que transmite esta señora. Ahora vivirá eternamente gracias a mi lente. Quedo atrapada en este momento, la cámara le robó un poco de su alma, aunque sea en una simple foto carnet.





lunes, 27 de julio de 2020

Reto Escribirme. Día 7: En seis palabras.





Puedes gritar todo lo que quieras.

Reto Escribirme. Día 6: Pesadilla




No recuerdo a que edad empezó esta pesadilla recurrente, solo sé que me acompaña desde hace tanto que cuando pasa un mes sin que la sueñe, me parece extraño.

Recientemente le he prestado especial atención a mis sueños, al día del mes en que los sueño, a lo que ha pasado en mi vida esos días, como me he sentido, lo que he comido, la fase de la luna en la que estemos, etc. Y me he dado cuenta de que ésta pesadilla recurrente, se repite siempre al rededor del mismo momento del ciclo mensual y como ya sé de que va la pesadilla, a grandes rasgos, entonces he trabajado en no sentir tanto miedo y observar todo lo que existe en el sueño, objetos y personas.

En esencia, la pesadilla es que viene una ola gigante o muchísima agua hacia mi y no hay manera de que pueda escapar. A veces estoy sola, normalmente acompañada. A veces estoy en una playa, a veces en una playa rodeada por una montaña, a veces solo en una montaña y la cantidad de agua que viene a mi es de un río muy grande.

Normalmente, veo como se empieza a formar la ola gigante, antes corría tratando de huir, luego dejé de correr porque sabía que era imposible escapar, ahora dejo de correr porque ya sé que es una pesadilla, aunque a veces temo que no esté soñando y no lo sepa pero luego me despierto.
Algunas veces estoy dentro de alguna casa, con muchas otras personas, y la ola no es devastadora. Se levanta imponente hasta tocar el cielo pero basta con cerrar la puerta de la casa para que solo se inunde un poco, hasta las rodillas, pero nada más. La casa siempre resiste.

La primera vez de la casa, fue una casa apenas terminada de construir, con columnas y techo de cemento en crudo, sin puertas en las habitaciones y ningún mueble, con muchas personas, adultos y niños, angustiados, gritando y llorando, tratando de sobrevivir. La vez más reciente de la casa, era una mansión de cristal, había un hombre ciego y sereno y muchas otras personas, entre mujeres hombres, niños y ancianos, en su mayoría tranquilos.Solo yo y unos pocos nos preocupamos por ver la cantidad de agua que se avecinaba mientras estábamos en una casa de cristal. Recuerdo pensar que la potencia del agua rompería todas las paredes de la casa y eso era aún más peligroso que el agua en si misma. Pero llegó la ola. Más que solo agua, era lodo, agua turbia y marrón, fuerte, violenta, golpeando con fuerza los ventanales de cristal y cubriendo toda la casa, que era de techo bastante alto, pero no sufrió la mínima grieta, se mantuvo firme y las personas en su interior solo observaban y su tranquilidad me calmó.

Recientemente, estuve en el claro de un bosque hermoso, era un espacio rodeado por montaña. Lo reconocí de inmediato, ya había estado ahí hacía mucho tiempo en otro sueño y recordé que ese lugar donde ahora estaba parada, antes era un río muy profundo, recuerdo lanzarme desde piedras altas y nadar, así que me di cuenta de que de un momento a otro se llenaría de agua de nuevo, otra vez la pesadilla. Un hombre joven me dice que tengo que armar la carpa para protegerme. Él me ayudaba pero yo sentía mucha ansiedad y estaba convencida de que era imposible que una carpa nos salvara de lo que venía. Vi a lo lejos, venir veloz por un camino angosto, una cantidad de agua tan alta como las montañas, como cuando se rompe una presa. Sabía que no lo lograríamos, mi velocidad y fuerza es incomparable a la del agua. El hombre permanecía sereno y me dice que entre a la carpa. Adentro había una anciana de cabello totalmente gris y largo hasta la cintura, abrazando un niño, ambos muy serenos. Ya estaba muy cerca el agua y la carpa no estaba terminada, no le habíamos cocido el cierre para cerrarla. Le digo al hombre que entre y me dice que no, que cierre la carpa y la agarre fuerte donde no había cierre, hasta que todo pasara. él permaneció del lado de afuera haciendo lo mismo, sin angustia. Cierro los ojos, aprieto fuerte la tela de la carpa para que no se abra, resisto, pero no hay un movimiento tan brusco al cual resistir. Abro los ojos, no escucho nada, no siento nada. Aflojo la mano, abro la carpa, el hombre ya no estaba, la tierra estaba mojada pero ya no había río, ni ola ni ansiedad.


Reto Escribirme. Día 5: Sueño




"No tengas miedo, abre los ojos"

Estábamos sentados en la orilla de una playa. No había frío, no había calor, la arena era cómoda y estábamos juntos, hablando de alguna cosa que no recuerdo pero que se que no era nada importante. Me empieza a invadir cierta ansiedad, siento que alguien nos observa pero no logro voltear a ver quien es, cierro los ojos y los aprieto con fuerza. Siento su brazo rodeándome, "no tengas miedo, abre los ojos" me dice. Los abro y estábamos en una burbuja de colores, en la que el aire se sentía muy fresco y limpio y toda el agua del mar nos rodeaba. Podía ver peces de colores nadando por encima y al rededor de nosotros. El seguía abrazándome... No recuerdo más.

No es el sueño más reciente pero sí uno de los más hermosos que he tenido. Fue la primera y única vez que soñé con él. No sé quién era, no nos hemos encontrado más en sueños y no nos conocemos en la realidad pero recuerdo la paz que me trasmitió su abrazo y sus palabras.

Es la segunda vez que cuento ese sueño. Solo se lo había contado a una persona justo a la mañana siguiente de haberlo soñado, hace ya varios años. Aún a veces pienso en él y la burbuja, junto antes de dormir para ver si tengo la suerte de volvernos a encontrar.  Nada.



Reto Escribirme. Día 4: Obsesiones



Siempre he estado muy consciente de mis manías pero recientemente decidí que ya no quería ser una loca maniática, así que ahora soy una mujer que ama los rituales. Se podría decir que es lo mismo (y muchos me lo dicen, de hecho) pero soy yo quien tengo la responsabilidad y deber de ser amable conmigo misma y las palabras que uso para definirme. Lo que piensen los demás de mí, es su visión y su responsabilidad, no la mía. 

La vida entera se rige por rituales, sin embargo no podría asegurar que alguno de mis rituales es una obsesión. ¿Que pasaría si el papel higiénico en el baño está al revés? ¿O si no puedo terminar lo que empiezo? ¿Que pasaría si pierdo esas conversaciones y fotos que veo constantemente para sentirme mejor? Posiblemente nada, pero es parte de quién soy, así que lo que haré será enumerar algunos de mis rituales y juzguen ustedes si son obsesiones, manías o si en algún momento serían tan valientes como para convivir conmigo.

1. Las sabanas, a menos que sean unicolores, deben estar derechas. Es decir, si son de flores, por ejemplo, es inconcebible que esté puesta de modo que las flores estén de cabeza. Si pasa eso, la cambio o me acuesto en sentido contrario para que los dibujos estén derechos.
2. Los platos sucios no pueden ponerse unos encima de otros, jamás, inaceptable.
3. No puedo usar el mismo cuchillo para untar y comer.
4. Los libros deben estar ordenados por tamaño y los utensilios de cocina se lavan del más grande al más pequeño.
5. Una vez empiezo a escribir, dibujar, escuchar una canción o melodia, etc, necesito terminar. Imposible dejar algo inconcluso.
6. No me gusta borrar conversaciones de ningún chat porque me encanta releerlas una y mil veces. Si tengo que borrar algo, a veces hago capturas de pantalla y las guardo en mi drive.
7. Me encanta pensar. Pensar en todas las variantes que existen para alguna situación (si ya pasó, no lo pienso más). Cuestionarme por qué me gusta lo que me gusta, como reaccionaría o que diría en determinada circunstancia, etc.
8. Adoro hablar sola y me molesta muchísimo que me interrumpan.
9. Prefiero escribir de madrugada, cuando todos duermen, porque detesto que mientras escribo me hablen o me miren.
10. No logro echar sal con cucharilla, necesito tocarla. Solo con mis dedos sé cuál es la cantidad necesaria y siempre echo algún sobrante sobre mi hombro izquierdo.

La lista es muchísimo más larga pero la dejaré hasta aquí esperando que algún lector coincida en al menos uno de mis rituales y me comparta alguno de los suyos.

domingo, 26 de julio de 2020

Reto Escribirme. Día 3: 10 cosas.



Todo lo que está a mi alrededor lo conozco a la perfección. Veo lo que tiene polvo desde hace tiempo y lo que limpié esta mañana. Todo lo que está donde está, es porque yo lo he puesto ahí. 

Pero no, yo no puse ese triciclo  ahí. Ese triciclo me delata que mi niño estuvo jugando con él hace apenas unas horas. Me hace recordar cuando se lo compré. Hace 2 o 3 años, a esta misma hora, en esta misma sala, estábamos armando el triciclo para que al día siguiente, cuando se despertara, lo encontrara listo. No recuerdo ya si fue para una navidad, un cumpleaños, día del niño o simplemente porque sí, pero recuerdo perfectamente su expresión cuando lo vio. Mi corazón latía rápido, mi mamá reía y estoy segura de que su corazón también latía rápido porque así late cuando amas y te emocionas por ver feliz a quien amas.

Es curioso como nuestra vida se compone de cosas. De recuerdos y momentos dirían algunos, sí,  pero recuerdos que vienen dados por objetos. Los objetos sí importan, lo material forma parte importante de nuestras vidas, nos hace ser quienes somos. Ese triciclo y esa campana que está al lado, me recuerdan la risa de mi mamá y a un Santiago más pequeño que quedó atrapado en el tiempo en el que aún no llegaba a los pedales y agarraba la campana de su abuela para tocarla a cualquier hora y jugar que era la bocina del triciclo.

No sé qué hace esa campana ahí. Yo la puse ahí, claro, y la puse ahí porque no encontré otro lugar donde ponerla y me pareció que ahí se veía bien, pero ¿realmente qué hace ahí? ¿Cómo llegó a esta casa? ¿Qué historia tiene?, no tengo idea porque no es mía, nunca será mía, es de mi mamá. La recuerdo tocándola para armonizar su consultorio de terapias, solo eso.

Me parece una idea fabulosa la de los egipcios antiguos de enterrar a los muertos con todas sus pertenencias, que se vayan con sus cosas y sus recuerdos y así los que nos quedamos, no sentirnos como impostores que usan lo que no les pertenece. Pero no es del todo buena idea porque al lado de la campana está el modem de internet y el router de wifi, lo cual también lo compró mi mamá. Fue buena idea entonces, velarla solo con su ropa favorita y no con todos sus objetos porque nos hubiéramos quedado sin internet, al menos un tiempo.

El modem y el router son los que están llenos de polvo, la verdad es que me da miedo limpiarlos y moverlos mucho no vaya a ser que el internet decida irse y no volver nunca más, así que pienso que un poco de polvo no hará daño y si lo hace, tenemos conexión para averiguar qué hacer (que no sea limpiar).

En la misma mesa donde están los modem y la campana, hay un par de objetos más, y los voy contando para ver cuánto me falta para los 10 y apenas me doy cuenta de que la mesita misma, es un objeto. Hago memoria para recordar la historia de esa mesita.
Tiene bastantes años con nosotros e incluso ha hecho varios viajes. Me imagino que en algún momento mis padres decidieron que les gustaba lo “rustico” (palabra de ellos), por supuesto, fue en una época en la que mi palabra para esas decisiones no importaba para nada (realmente aun no importa porque sigo siendo hija, tenga la edad que tenga). Esa mesa, si mal no recuerdo, vino acompañada de un juego de muebles desde el pueblo de Magdaleno y vivió un tiempo con nosotros en La pastora, luego, por algún motivo, estuvo en la casa que mi abuela tenía en Cagua, luego, cuando nos mudamos, se vino para acá con nosotros y actualmente, los muebles que la acompañaban, están en Maturín en casa de una tía. Ahora me dan ganas de escribirle exclusivamente a la mesita, de tratar de revivirla para que me cuente todo lo que ha visto y escuchado, para que me hable de mi propia vida y de las cosas que ya he olvidado, después de todo, la madera tiene buena memoria.

La mesita desde hace un tiempo es moderna porque lleva el modem y el router, desde hace unos meses también lleva la campana y un trozo de mármol que tiene grabada la imagen de la virgen de Coromoto. Ambas, la mesita y el mármol, pueden distraerse hablando porque son casi de la misma época. De hecho, el mármol es aún más viejo porque viene de la época en la que mi tía aún estaba viva (hablo de ella en el reto anterior). Esa virgen fue regalo de uno de mis tíos. Recuerdo que le regalo uno a mi abuela, muy devota de la virgen de Coromoto, a mi tía porque también era devota y su segundo nombre era Coromoto y a mi mamá porque su segundo nombre también era Coromoto. Lo bueno es que si la mesa no me habla, la virgen si lo hará porque tiene boca, aunque no sé si el mármol tenga tan buena memoria.

Como guardaespaldas de la virgen, hay un señor de madera, quien sabe, tal vez sea la representación de alguien famoso que no conozco, o tal vez un simple campesino. Lo bueno es que aún le puedo preguntar a su dueño, que es mi papá, porque a diferencia de las demás cosas, no tengo idea de donde viene esa estatuilla ni desde hace cuánto tiempo está con nosotros.

Sobre la mesita está el televisor, no podría decir que es una de las 10 cosas que tengo al frente y no había notado pero sigue siendo una cosa. Ese televisor pasa muchas horas prendido, no porque lo vea mucho sino porque he descubierto que le temo al silencio. Si no es el televisor, es algún equipo de música. Mientras leo, escribo, cocino o (casi) cualquier otra cosa, necesito el ruido de fondo, ya se ha convertido en una especie de ruido blanco para, muchas veces, evitar enfrentarme a mis propios pensamientos.

Al lado del televisor, el teléfono. Desde que tengo uso de razón y hasta hace meses, el teléfono de la casa no paraba nunca de sonar. Ese teléfono inerte también murió, el teléfono de la casa es otro de los objetos que perfectamente hubieran podido enterrar con mi mamá, en lugar de eso, está lleno de polvo y silencio.

Los objetos 9 y 10 los podría resumir en: desorden. Al lado del teléfono está el celular de mi mamá, un par de cornetas, una vela recuerdo de un bautizo, un libro, dibujos… Vida cotidiana.

Reto Escribirme. Día 2: Autobiografía




Por suerte no debo escribir mi autobiografía completa, solo algún fragmento e incluso se me permite (se me pide) mentir en alguna cosa que yo decida.

Por suerte también, he entendido desde hace un tiempo que una autobiografía no se trata de decir quién eres sino de decir lo que has hecho, lo que te ha pasado, lo que has vivido y que los lectores se encarguen de juzgar que te conocen y decir quién eres.

Pues bien, contaré entonces que tengo un hermano 15 años mayor que yo, a quien amo profundamente pero con quien, por razones obvias, no compartí mi niñez. Mi familia materna es bastante extensa pero todos viven en otros estados. Mi familia paterna es bastante pequeña, solo uno de mis 5 tíos paternos tuvo hijos pero justamente es el único tío que nunca fue tan cercano, por lo tanto, yo era la única niña en casa (y lo fui hasta que tenía 18 años y nació mi primer sobrino).

Muchas personas siempre hablan de lo felices que son los niños, sin responsabilidades, sin preocupaciones pero estoy convencida que quienes dicen eso lo hacen simplemente porque han olvidado su niñez. ¡Claro que un niño tiene (o siente que las tiene) responsabilidades y preocupaciones!

Desde que tuve 2 meses de nacida mi mamá debió volver a su trabajo así que mi cuidado quedó a cargo de mi abuela paterna y una de mis tías, principalmente. Debo acotar que como la mayoría de mis tíos eran solteros, vivían todos aún con mis abuelos en la misma casa grande y con mi hermano, quien vivió con ellos desde los 9 años cuando su mamá murió. Así que crecí en esta casa, rodeada de tanto amor y atenciones que perfectamente podría ser motivo de envidia para cualquier otro niño.

A mis 6 años, mi tía, mi cuidadora principal, enfermó. Fueron 2 años en los que en diversas ocasiones pasaba tardes jugando en el estacionamiento de hospitales. Fueron 2 años en los que ya no me buscó al colegio, dos años en los que, a pesar de tener tan buena memoria, decidí bloquear a mi abuela porque su dolor era tan grande y abrumador que no sabía cómo manejarlo, así que no tengo ni un solo recuerdo de ella durante esta etapa.

Recuerdo que la llene de tanto amor, esperando que con ese amor se sanara, que no me importaba abrazarla y besarla, aun cuando la bolsa de la colostomía se desbordaba, o se le salía la sonda. La veía realmente hermosa sin cabello y se lo hacía saber. La llenaba de besos, aun cuando sabía que su boca torcida e inmóvil no me podía corresponder. Cuando sus ojos se llenaban de lágrimas, yo era fuerte para ella, yo sonreía y le decía que no llorara.

¡Y la amaba! ¡Dios, cuanto la amaba!

Y tengo que hacer una pausa de algunas horas para llorar su recuerdo, porque aunque han pasado muchos años, sigue intacto y nuestro amor fue y es tan grande que solo puedo sentir que cada día crece más y se lo expreso amando la vida que ella también amó tanto.

No supe cómo ni cuándo murió, fue ella quien me lo dijo en un encuentro hermoso que tuvimos una noche mientras dormía (aún estoy 100% convencida de que no fue un sueño). Esa mañana desperté feliz, cantando canciones que ella me había enseñado, sintiendo que todo estaba muy bien. Un relámpago me golpea la mente y voy a preguntarle a mi papá como estaba mi tía… Corrí a mi cuarto, mi mamá corrió detrás de mí, me abrazó y la odié. Mi papá permaneció llorando en silencio en la sala.

Esa tarde, permití que mi mamá me vistiera, aunque desde hacía tiempo no dejaba que lo hiciera. Ya era muy capaz de tomar ese tipo de decisiones y defender mi autonomía, al menos en la ropa que quería. Mi mamá me puso un suéter amarillo que odiaba, no solo por lo feo que era sino porque el tipo de tela daba calor y picaba. No me importó, no me dio calor, no me picó, no lo odié ese día. No recuerdo qué pensaba (o no lo quiero recordar) pero sé que cuando llegamos a la casa de mis abuelos y tíos, a mi otra casa, y abrió la puerta otra tía y me vio y su voz se ahogo en llanto mientras me decía “ay, Odrita…” en ese momento reaccioné y pensé “debo ser fuerte para ellos”.

Después de todo, era la única niña en la casa, en mí recaía la responsabilidad de darles alegría porque los niños son eso “la alegría de la casa”. No podía permitirme llorar, debía ser pilar para ellos, para una madre y un padre que acababan de perder a su hija, para unos hermanos que acababan de perder a su hermana, para un sobrino que perdió a quién se encargó también de su crianza, luego de que su madre muriera. Mi papá ya no era superhéroe, porque los superhéroes no lloran, ahora era yo quién debía ser la superheroína de todos.

Y así fue, y así ha sido, y ha sido arduo y agotador, y es una de las principales razones por las que me cuesta tanto expresar mis emociones, por las que si me siento triste o emotiva, lo que hago es contar chistes, ser sarcástica, desviar el tema… Y sí, lo estoy trabajando con mi psicóloga. Y me enteré recientemente que esa decisión, una de las más grandes de mi vida y a tan corta edad, fue una decisión tomada desde el amor pero es momento de soltarla…

Reto Escribirme. Día 1: ¿Por qué escribo?




Perfectamente podría dar una respuesta insulsa, aunque verdadera: Escribo porque me enseñaron a hacerlo, porque recibí educación primaria, porque en el mundo actual es un pecado inconcebible ser analfabeta.

Sin embargo, saber escribir no significa que se haga con frecuencia o con algún sentido, como me encanta hacerlo. Recuerdo haber ofendido a un conocido cuando le dije, luego de leer uno de sus libros, que no porque escriba y publique se puede considerar escritor. Me arrepentí, no de mi comentario, sino de la frivolidad con la que lo dije, pero me surgió una pregunta, similar al título de este primer reto: ¿Qué es un escritor?

“¿Qué es un escritor?” al igual que “¿Por qué escribo?” son cuestiones que se podrían responder con gran simplicidad, como lo exprese al principio. Un escritor es alguien que escribe, escribo porque me enseñaron. ¿Valdría entonces modificar las preguntas y decir?: ¿Qué hace a alguien que escribe, ser considerado escritor? ¿Qué busco o cual es mi objetivo cuando escribo? Sí, se podrían modificar pero sería realmente absurdo y frío, al igual que mi comentario a este conocido que estaba feliz por la reciente publicación de su libro.

Lo cierto es que el 80% de la comunicación no es oral y en mi caso, podría decir que de ese 80%, la mayoría es escrita. Escribo cuando estoy molesta, escribo cuando estoy triste, cuando estoy alegre, cuando no quiero escribir…

Escribo porque es la única forma de liberación que conozco (o que conocí por mucho tiempo)

He escrito cartas rabiosas que jamás entregué e incluso quemé. Cartas de amor de las que me enamoré aún más que de las personas a las que iban destinadas (cartas que igual, nunca entregué), me he escrito a mí misma, a mi yo del pasado, del futuro y del presente. Incluso, les he escrito cartas de despedida y consuelo a varias personas que amo, por si la muerte llega a mi primero que a ellos.

Escribo porque es la mejor forma de autoconocimiento, porque mi mente necesita ser vaciada, porque mis dedos reaccionan más rápido que mis cuerdas vocales.

Escribo mucho y solo recientemente empecé a compartir algunas de las cosas que escribo (algunos poemas, cuentos, cartas…) y encontré que no solo al escribir encuentro liberación y autoconocimiento, sino que al permitir que otras personas me lean, encuentro compañía.
Cuando otros me leen y sienten dolor, yo me siento tranquila y plácida. Cuando me leen y recuerdan la sensación del amor, entonces yo misma me siento amada. Incluso cuando me odian o detestan lo que escribo, soy feliz, porque lo cierto es que siento gran satisfacción al producir o recrear emociones en otras personas, a través de mis letras.

Recientemente leí el comentario de alguien que amo, sobre un libro y decía “bastante interesante” y sentí temor de que él u otra persona, en algún momento llegue a decir esa frase de alguno de mis textos (a menos que sea un ensayo o escriba sobre temas que realmente pudieran ser interesantes como teorías conspiratorias o física cuántica) porque significa que el lector no sintió ninguna emoción. Desearía que dijeran “es terrible”, “está muy mal escrito”, “me molestó” o cualquier cosa por el estilo, antes de que digan algo tan neutro y soso como “interesante”, porque los textos que solo son “interesantes” sin ninguna otra emoción, se pierden en el olvido fácilmente. Así me doy cuenta de que también escribo para no ser olvidada.

Escribir y compartir mis escritos, es un gran morbo por provocar empatía mientras voy desnudando mi mente y liberando mi alma.